Rafa Benítez y la revolución juvenil
El Tenerife regresa a la Liga de las Estrellas tras dos temporadas de angustia
Pocos podían imaginar que esta temporada el Tenerife iba a regresar a Primera con el equipo que se había confeccionado para su segundo año consecutivo en el ya conocido infierno. Después de la destitución de Ángel Cappa como técnico blanquiazul antes de que comenzara la pretemporada, debido a las discrepancias de varios miembros del Consejo de Administración con las directrices del preparador argentino, todo hacía presagiar una nueva travesía caótica del conjunto insular por la Segunda. Sin embargo, la elección de Rafael Benitez y la revolución del vestuario con futbolistas jóvenes, poco conocidos y muchos de ellos cedidos, hicieron que las cosas comenzaran a marchar bien.
Aunque el presupuesto del Tenerife siguió siendo alto (más de 3.000 millones) la situación económica de la entidad era y es muy delicada. El descenso a Segunda incidió negativamente en los ingresos y esto obligaba a llegar a acuerdos para traspasar jugadores importantes, caso de Emerson al Deportivo. Pero no en todos los casos se pudieron realizar operaciones excesivamente ventajosas. De hecho, el conjunto canario llegó a acuerdos con otros jugadores como Robaina o Jordi para que salieran del equipo mediante cesión a otros clubes. También a la hora de hacerse con los servicios de nuevos futbolistas, el club se decantó por adquirir jugadores cedidos, como el mexicano Torrado, el goleador Luis García, Curro Torres o Antonio Hidalgo. Todo ello combinado con el fichaje en propiedad de Barata o de otros jugadores que habían quedado en libertad, como el portero Sergio o el centrocampista mallorquín Pep Lluis Martí. El objetivo era claro: renovar la plantilla con poco dinero, apuntalar la participación de jugadores que ya estaban en la disciplina blanquiazul como Lussenhoff, Hugo Morales, Pier, Basavilbaso, Dani o Mista, y, sobre todo, erradicar la imagen de vestuario conflictivo, acomodado y propenso a las salidas nocturnas.
Este intento de hacer olvidar el reciente pasado del plantel tinerfeño, se plasmó en un spot publicitario en el que varios jugadores emblemáticos del equipo se comprometían a luchar, defender, respetar y sudar la camiseta del Tenerife. Y han cumplido la promesa. El equipo canario, de la mano de un prudente Rafael Benítez, supo cambiar la prepotencia por la humildad y, aunque en líneas generales jugó bien al fútbol, sobre todo en la primera fase del campeonato, en ocasiones se adaptó a las circunstancias y a los rivales y se empleó con un sacrificio casi olvidado por la afición, en busca de lo más práctico: un buen resultado. Y al final cayó el premio gordo, un ascenso con el que nadie contaba allá en septiembre.
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