"Soy un fantasmón, vaya"
Pregunta. ¿Por qué lleva siempre las manos en los bolsillos?
Respuesta. Supongo que porque no sé bien qué hacer con ellas, y es cómodo. Una greguería de Ramón Gómez de la Serna decía que Madrid es meterse las manos en los bolsillos mejor que nadie.
P. The New York Times le ha comparado con Henry James y Marcel Proust. ¿Mola?
R. Nadie en su sano juicio me ha comparado ni con Proust ni con James. Lo que la crítica decía es que el tipo de prosa, de frase larga, podía ser reminiscente.
P. También afirmaban que era un tipo enigmático.
R. Ya, pero lo decían como escritor, porque personalmente no me conocen.
P. Usted no se encuentra así.
R. Me conozco desde niño, y me encuentro de lo más transparente.
PERFÍL
Tiene 49 años, y le gustan el cine, la música, el fútbol y viajar: sobre todo,volver a Oxford, su 'segundo hogar'. Es presumido 'lo natural', y cuando se le pregunta si tiene habilidades, aparte de escribir, duda, y dice que de más joven daba volatines, y que ahora juega al póquer y al futbolín -'no mal'-, y hace imitaciones. Se guarda muy mucho de decir de quién o quiénes.
P. Veo su casa empaquetada de andamios, y ahora comprendo su fijación con el alcalde.
R. Lo que no me explico es cómo la fijación no la tiene el resto de mis conciudadanos.
P. ¿Es cierto que se pone ante el Ayuntamiento a calcular si le daría, caso de liarse a cantazos?
R. Sí. Tengo la sensación de que llevamos así como diez años sufriendo una destrucción sistemática de Madrid. Como vivo cerca, suerte que no tengo licencia de armas, porque me podría venir la tentación.
P. Futbolísticamente, se autodenomina 'merengue civilizado'. ¿Nunca pierde el adjetivo?
R. Sí, sí. Sobre todo si estoy solo en casa delante del televisor y nadie escucha las barbaridades que puedo llegar a decir.
P. Pero financia al Numancia. ¿No es un gesto numantino?R. La verdad es que sí. Pero el año pasado se mantuvieron en Primera y apoquiné como un señor. Era un dinero inesperado, que me había venido de unos premios literarios, y me hacía ilusión.
P. ¿Es cierto que usted es su personaje favorito?
R. ¿De ficción?
P. De todo. ¿Se encuentra o no se encuentra estupendo?
R. Pues no. De mí tengo más bien mala opinión.
P. ¿Qué se ha hecho?
R. Me juzgo con severidad, no crea.
P. ¿Y lo de que es muy maniático?
R. Sí. Por ejemplo, con las palabras. Hay palabras que no soporto, como decir caldos cuando se habla de vinos; o el adjetivo letal, que me parece horrible. También tiene uno sus preferencias.
P. ¿Por ejemplo?
R. Reminiscencia es una palabra que me gusta, aunque no se emplea mucho.
P. Dicen que es un broncas.
R. Yo creo que no es verdad. Yo no las busco, lo que pasa es que si me pinchan, reacciono.
P. ¿Los Querejeta, Jordi Herralde y el finado profesor Aranguren están entre sus bestias negras preferidas?
R. Al finado Aranguren ni siquiera lo mencioné inicialmente.Los otros no son bestias negras: más bien debo de serlo yo de ellos. En mi caso, no es acción, sino reacción.
P. ¿Qué tal intertextualiza?
R. Pues no sé... Yo creo que todos los que escribimos también escribimos sobre lo que hemos leído. La diferencia fundamental está en el ánimo de ocultación o no.
P. La propia palabra intertextualizar, ¿no le parece como de cachondeo?
R. Prefiero llamarlo tomadura de pelo. Es casi lo peor en este asunto. Más que el hecho en sí, que en el fondo es venial, es esta tomadura de pelo posterior.
P. ¿Se considera un chico recatado?
R. Hombre, recatado, no. Pero soy de los que siguen pensando que de ciertas cosas no se debe hablar.
P. ¿Cuáles?
R. No sé, tú ves la televisión y todo el rato se habla de cosas muy raras, como el tamaño del pene de la gente, una cosa insólita. También me parece extraño que se hable de si la gente está operada o no. Si yo estuviera operado, tendría pudor al respecto y me lo callaría.
P. ¿Su pertenencia al club de los fantasmas es sólo literaria?
R. Sí. Sólo literaria.
P. No es un fantasma.
R. En un sentido metafórico, sí me lo puedo considerar. Y en un sentido coloquial...
P. También.
R. ...Pues, también. Soy un fantasmón, vaya. Pero no creo en más fantasmas que los literarios. No creo en nada sobrenatural, ni preternatural; casi ni siquiera en nada antinatural.
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