¿Por qué el trabajo?
El trabajo ha pasado a ser una tarea a cargo de esclavos a convertirse en uno de los ejes de nuestra vida. Por ello, preguntarse sobre el papel que desempeña el trabajo es fundamental. Así, una reciente encuesta de la Comisión Europea preguntaba: ¿Según usted, qué es lo más importante para ser feliz? Obteniendo estos resultados: el 32% en el caso del trabajo. Hoy, tener un trabajo, en el mundo de los adultos, es un elemento esencial de felicidad, justo después de la salud (42%) y la familia (36%).
Pero ello, no ha sido siempre así. Antiguamente, el trabajo no estaba valorado y, era algo deleznable. Incluso el término trabajo procede de la palabra latina tripalium que era un instrumento de tortura compuesto por tres estacas. Desde la época de los griegos o en la Edad Media, el trabajo estaba destinado a los esclavos o a los siervos. La concepción griega del trabajo es indisociable de la existencia de la esclavitud. Pensaban que había que tener esclavos como consecuencia de la naturaleza servil de todas las ocupaciones que abastecían las necesidades de la vida.
La consideración del valor trabajo como estructuración de la propia sociedad se remonta, sólo, a casi dos siglos. Con la expansión de la producción industrial y del asalariado el trabajo se desvincula del resto de actividades. Paralelamente, el pequeño campesino, el artesanado y el comercio, organizados en torno a la familia, conocen un declive progresivo. Evolución que ha continuado hasta hoy.
Las antiguas formas de dependencia con relación al maestro, señor o jefe de familia, van cediendo su sitio a otros tipos de organización, y donde los trabajadores y trabajadoras se organizan a través del movimiento social. Obteniendo, con el paso del tiempo, el reconocimiento de derechos colectivos, que han permitido limitar el predominio de los empleadores, y al desarrollo de una legislación protectora para mejorar sus condiciones de trabajo. La nueva noción de ocio aparece al mismo tiempo que se construía y se reglamentaba el salario, mientras disminuía el tiempo dedicado al trabajo. Hoy, la persona trabajadora una vez termina su trabajo es dueña de su tiempo, lo que no era el caso en las formas antiguas de dominación.
El derecho a defender sus intereses colectivos es paralelamente reconocido a los asalariados y asalariadas, dando una base legal al sindicalismo y al diálogo social que permitirá elaborar acuerdos colectivos entre agentes sociales. La democracia nace aquí de la aceptación de la existencia de contrapoderes, del establecimiento de compromisos que limitan el poder de los dominantes sobre los dominados, de los fuertes sobre los débiles. Todo ello, contribuye a la pacificación de conflictos sociales y a considerar el trabajo como un elemento de solidaridad y de articulación central en las relaciones sociales, como Zola, indicaba, en su libro Trabajo: 'El trabajo es un gran creador, y al mismo tiempo, un gran pacificador de las relaciones sociales'. El derecho del trabajo, en su esencia misma, se inscribe en esta lógica. Emerge arrancando al derecho civil la relación que une al asalariado a su empleador (el código civil define las reglas que rigen los contratos entre iguales) para reconocer que existen en la sociedad situaciones desiguales (el contrato de trabajo se establece como una relación de subordinación) que justifica que se reglamente. Hoy, hemos evolucionado hacia la existencia de una precarización que genera una gran desintegración y fragmentación de los mercados de trabajo, al contrario que a principios de 1900 que existía una precariedad, aunque lenta, pero integradora de las personas asalariadas, que ha dado pie a determinados expertos a anunciar la próxima desaparición del trabajo como objetivo básico, y de desarrollar otras actividades creadoras de cohesión social. Sin embargo, la sociedad salarial que nació hace cien años, actualmente es hegemónica. Así, el trabajo es uno de los elementos que determinan el estatus de las personas en la sociedad. Ese estatus se construye a través de un proceso gradual en el que el trabajo representa un factor de integración social, principalmente, con el aprendizaje de las normas de la vida en sociedad y la construcción de un capital de relaciones sociales. Además es, también, la expresión de talento y de inteligencia humana cuyo valor escapa de las valoraciones monetarias.
Por todo ello, el trabajo es hoy mucho más que trabajo.
Vicente Castelló Roselló es profesor de la Universidad Jaume I de Castellón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.