Julio Iglesias llena por los pelos la plaza de toros de Valencia con un público entregado

Al contrario de lo que sucedió en el inicio de su anterior gira en 1997 en el campo de Mestalla, esta vez Julio Iglesias casi completó el aforo de la plaza de toros de Valencia, establecido en unas 8.000 personas. Sólo en las zonas más altas quedaba algún claro. El calor del público fue claramente superior al de aquel concierto del Mestalla. Canciones coreadas, palmeadas en reiteradas ocasiones, y estallidos de júbilo cada vez que el cantante exclamaba su inconfundible ¡ueeea! que dosificó con tiento, habida cuenta del inmediato efecto que producía en el respetable.

Julio Iglesias, que iniciaba la gira de presentación de su álbum Noche de cuatro lunas, fue generoso con los valencianos: 'Aquí pasé mi juventud, aquí aprendí a cantar y aquí me dieron la primera oportunidad'. 'La parte nacional que más música tiene en el alma es la Comunidad Valenciana', añadió un cantante que actuó por primera vez en Valencia en las Fallas de 1969. Iglesias repasó anoche toda su carrera, desde La vida sigue igual (allí llegó el inevitable 'torero, torero') hasta las piezas del último disco, pasando por De niña a mujer o Manuela.

Con frecuencia cortaba las canciones a medio camino, como diciendo 'bueno, ya sabéis como sigue'. Así repasó cerca de una treintena de piezas, poniendo especial énfasis en los tangos, de los que resaltó una virtud: 'Las gentes se juntan tanto que se quedan embarazadas'. No se sabe si surtirían tal efecto en el dúo de baile que escenificó A media luz y La comparsita, entre otras piezas, pero sí vaticinó que 'muchas parejas se irán esta noche a quedarse embarazadas'. Puede que el romanticismo, del que hizo gala Julio Iglesias durante la mayor parte del concierto, como cantando al oído, sea eso.