'El mejor montaje de cine es el que pasa desapercibido'
Ángel Hernández Zoido (Madrid, 1962) ha firmado ya 25 largometrajes como montador de cine desde que comenzó a trabajar a principios de 1990. Icíar Bollaín, David Trueba y Miguel Albadalejo son sólo algunos de los directores con los que ha trabajado. El pasado fin de semana, mientras participaba en un curso sobre cine en Almería, se enteró de que uno de sus últimos trabajos, el documental El juego de Cuba, dirigido por Manuel Martín Cuenca, había sido galardonado en el Festival de Cine Español de Málaga. Los premios no le pillan de nuevas, Ángel Hernández también es el montador de Sin dejar huella, un largometraje de la directora mexicana María Novaro, considerada la mejor película latinoamericana en el último Festival de Sundance.
Pregunta. ¿Por qué optó por una profesión como el montaje?
Respuesta. Empecé a trabajar en el cine con 19 años, como niño de los recados. Así conocí lo que era el montaje. Me gustó y decidí dedicarme a eso. Pero es cierto que es una de las parcelas más desconocidas del cine, incluso para los que están dentro, porque nosotros nunca estamos presentes en la vorágine del rodaje.
P. ¿Un montador puede hacer que la historia sea de un modo o de otro?
R. El montador siempre le hace propuestas al director. Yo no se lo que ha costado realizar una escena. No se si fue muy difícil, si hacía mucho frío, mucho calor, si hubo que sufrir para lograrla. Nosotros no estamos en el rodaje, aportamos una mirada desde fuera y, desde ese punto de vista, somos los defensores del espectador. Porque nosotros somos el primer espectador. El director tiene una idea de lo que quiere contar pero hay veces que no lo consigue y ahí es cuando el montador le puede ayudar.
P. Pero la última palabra la tiene el director, ¿hay muchos conflictos?
R. No. En general, hay un buen entendimiento. Lo más difícil para un montador es meterse en la cabeza del director porque, además, cada uno es un mundo. Pero cuando lo consigues no suelen existir problemas.
P. ¿Y con los actores?
R. A los actores se les mima mucho en el montaje. Yo lo que más valoro siempre es la interpretación. Si tengo que elegir entre una escena técnicamente perfecta y otra con algún pequeño defecto pero una interpretación genial, opto por la segunda porque, al final, es el actor el que realmente transmite la historia con su mirada y su actuación.
P. ¿Qué compensa al montador?
R. Somos profesionales que estamos en la sombra y lo tenemos asumido. La mayor satisfacción es cuando alguien ve una película en la que yo he trabajado y me dice que no se ha fijado en el montaje. Eso me alegra, porque el mejor montaje es el que pasa desapercibido. Es como una actuación de magia en la que no se descubre el truco.
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