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Trabajo pide un cambio legal para evitar que empresarios y empleados 'camuflen' como accidentes enfermedades comunes

El número de accidentes laborales mortales en los centros de trabajo madrileños bajó un 50% el pasado abril respecto al mismo mes de 2000, según el director general de Trabajo, Javier Vallejo. También descendió, en un 14%, el número de siniestros graves, en tanto que aumentó el de leves, en un 7%, lo que pone de manifiesto, según Vallejo, 'un pequeño fraude que hacen las empresas con la aquiescencia de las mutuas y de los propios trabajadores'. Este 'fraude' o 'trampa' consiste, como ya ha explicado el consejero de Economía, Luis Blázquez, en otras ocasiones, en registrar como accidente laboral leve con baja lo que en realidad es una enfermedad ordinaria. Al aparecer como accidente laboral, la baja es costeada por la Seguridad Social o la mutua desde el cuarto día de ausencia del trabajador, mientras que si es enfermedad la empresa sigue abonando el sueldo del empleado ausente durante esos días.

Para solucionar este problema, la Comunidad propone que la legislación -en este caso de rango estatal- equipare ambas situaciones, de modo que la empresa no encuentre ventaja al declarar como accidente lo que en realidad es una enfermedad.

Además, Vallejo adelantó parcialmente los resultados de un estudio hecho en colaboración con el Instituto Universitario de Investigación del Automóvil (Insia), que revela que 'únicamente el 16 % de los accidentes son laborales en sentido estricto', mientras que el resto son consecuencia de patologías no traumáticas -como una embolia o un infarto- o de accidentes de tráfico. También informó de que según los últimos datos se mantiene que la mayoría de los accidentes laborales se producen en el sector servicios, luego en la industria, en la construcción y, finalmente, en la agricultura.

Por otro lado, parte del forjado de un hotel de nueve plantas que se construye en la calle de Alfredo Marqueríe (Fuencarral), se vino abajo sin que se registraran daños personales, informa Ángel Zafra. Según explicó un obrero, cedieron las varillas de hierro que sujetaban el forjado de la cuarta planta y parte del suelo se desplomó sobre la tercera.

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