Luciano Berio afirma que prepara la ópera con la que Domingo se retirará
El músico italiano visita Madrid para dar clases y asistir a un concierto con sus obras
En 2005, probablemente en Los Ángeles, cuyo teatro de ópera dirige, Plácido Domingo dirá adiós a la escena. Así lo afirmó ayer Luciano Berio, de 76 años y uno de los compositores vivos más importantes, después de una charla ofrecida en el Instituto Italiano de Cultura, de Madrid. 'Preparo una ópera en la que Plácido se retirará y en la que quiere dejar patente su amor por la escena', señaló el músico italiano, que hoy asistirá a un concierto con obras suyas en el Auditorio Nacional.
Fue aparecer el queso parmesano y acabársele la cuerda. Hasta entonces, Luciano Berio había contestado a las preguntas que le formuló su colega español Tomás Marco en el Instituto Italiano de Cultura, en un acto en el que le acompañaron sus cicerones de estos días en Madrid, los responsables de la Escuela Reina Sofía. El músico, uno de los pilares de la composición contemporánea, desgranó su amor por varios instrumentos y su visión de la ópera moderna ayudado de sus manos delgadas, de las que entresale un anillo de plata, con un traje beis de verano, pelo revuelto, gafas que esconden muchas dioptrías y comentarios finísimos.
Luego departió con los periodistas presentes y cayó la bomba. 'Compongo una ópera para Plácido Domingo en la que él quiere demostrar su amor por la escena, con la que se retirará', dijo mientras masticaba el parmesano. 'Nos está dando una noticia', soltó alguno. 'No sé si es una noticia', dijo él. 'Lo que es, es la verdad'. No tiene título. Sólo han hablado entre los dos de ella para que la vaya preparando y se meta a fondo en la misma después de que acabe el nuevo final de Turandot, de Puccini, que está haciendo por encargo del Festival de Canarias. Con toda probabilidad, se estrenará en el año 2005 en Los Ángeles, donde Plácido Domingo dirige el teatro de ópera.
Antes, Berio elogió los instrumentos: 'No son objetos, son la lengua en la que hablamos los músicos', contó. Repasó sus favoritos. La flauta, 'polifónica, llena de sonidos, multiforme'; el trombón, 'con su imagen de clown'; el violín, 'al que llegué gracias al sadismo de mi padre, que me lo hizo estudiar, y comprendí su gran expresividad artística y técnica'; la armónica, 'que en las orquestas produce alteraciones curiosas y es un poco hipócrita'; la guitarra, 'un instrumento que amo tanto, con gran influencia musical sobre mí y que ha tenido tanta importancia en el desarrollo de la armonía'; la trompa, 'que es como un gran piano, al que se parece en algunos sonidos'... Luego analizó la ópera. Primero, Puccini, al que ha tenido que estudiar a fondo para Turandot. 'Creo que el final de Franco Alfano no era fiel al espíritu que le quiso imponer Puccini. Para mí, el acercamiento entre Calaf y Turandot es más abstracto', dijo. También habló de Giuseppe Verdi, al que ensalzó como símbolo e hizo de menos como músico: 'Verdi es nuestro Shakespeare, dota a la ópera de un contenido ético y moral muy importante, pero no tiene una intención musical, un pensamiento, como tenía Wagner, que escribía sus propios libretos. Los libretistas en la ópera italiana son los que no permiten ese desarrollo de pensamiento', cuenta.
Esto se debe, según él, 'a que la ópera italiana del XIX estaba muy sujeta al éxito porque era un producto comercial y todos tenían que ir a París a conseguir triunfos'. Algo que para Luciano Berio ya es de por sí sospechoso porque, según él, 'la gran música nunca se ha hecho para complacer al público'.
Babelia
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