Inverosímil
En la dinámica de la gestión política hay un desgaste inevitable, una filtración de rutinas, un goteo de errores, una acumulación de malos rozamientos y de disfunciones. También hay un contraste del discurso con los hechos y de los hechos con las necesidades. El énfasis, a veces, puede mantener la ficción de que las cosas funcionan algún tiempo, pero los datos de la realidad no dejan de socavar por ello la validez de las expectativas y la solidez de los compromisos... Hasta que pasan factura. Afortunadamente, si hay algo que caduca en democracia, más tarde o más temprano, es el crédito electoral. También la verosimilitud. Algunos combaten la oxidación de los gobiernos con enérgicas renovaciones, otros se esfuerzan en ajustar con la mayor finura las piezas de la maquinaria para minimizar el desgaste, y otros se agarran al énfasis, siempre tan próximo a la demagogia, para camuflar las precariedades de su administración. Dejo al lector que evalúe en qué medida emplea Eduardo Zaplana cada una de las tres recetas para combatir el desgaste de su gobierno, con qué resultados y a qué precio. Apunto, sin embargo, que el contraste de asuntos recurrentes empieza a hacer estragos en la verosimilitud de su discurso. Por ejemplo, dice que Terra Mítica es el primer parque temático español, pero la Generalitat no sólo es incapaz de encontrar un socio tecnológico que se moje en la propiedad sino que se ve obligada a 'contratar' a la Paramount para que se haga cargo de gestionarlo por unos cuantos cientos de millones. Por ejemplo, las autocomplacientes conclusiones a que llegó la comisión parlamentaria monocolor de investigación de la epidemia de legionella en Alcoy han quedado seis meses después, con el rebrote de la bacteria, convertidas en una grotesca y negligente pantomima. Por ejemplo, los grandes debates 'de calado' en las Cortes han revelado una intranscendencia que trasluce precisamente la falta de profundidad, el escaso 'calado', de la política de los populares. Al presidente de la Generalitat, que se dispone a ejecutar ajustes en su gabinete, aún le queda crédito, pero su sonrisa jovial deviene más y más inverosímil.
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