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Columna
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Una cuestión de lógica

Juan José Millás

Supongamos que a usted le tiene que indemnizar con dinero público una universidad de la que es profesor de Lógica. Imaginemos que se presenta usted en la oficina en la que han de entregarle el cheque, y que ese día le acompaña por casualidad un cuñado suyo que, por complicar las cosas, se llama Antonio García Trevijano.

-Buenas, soy Manuel Garrido, profesor de Lógica, y vengo, como es lógico, a recoger 30 millones que me tienen que dar por un quítame allá esas pajas.

-¿Y ese señor que va con usted?

-Este señor es mi cuñado y ya habló lo que tenía que hablar con Villapalos. Usted limítese a pagar.

Entonces el funcionario se acojona, con perdón, y extiende dos cheques de 15 millones, uno de ellos a nombre del cuñado del profesor de Lógica.

Pues bien, esto es un disparate para cualquier persona del montón. No es normal, ni paranormal, ni siquiera anormal, entregar un dinero público de este modo. Debería haberse extendido un solo cheque de 30 millones a nombre del profesor de Lógica, y luego que éste se lo hubiera gastado como le viniera en gana. Lo más interesante, pues, del juicio por cuya resolución nos apresuramos a felicitar a Villapalos, es la historia de los cuñados. Los profesores de los talleres literarios suelen aconsejar a sus alumnos que se fijen siempre en los detalles laterales de la realidad porque ahí es donde está el significado. Si quieres saber cómo es de verdad la existencia de alguien, fíjate en sus zapatos.

En otras palabras, si un profesor de lógica tiene un cuñado republicano llamado García Trevijano, algo grave le pasa a la lógica o quizá a la república. Es posible, incluso, que algo grave le ocurra a la universidad. De otro modo, no se entiende que entregue cheques con esa alegría a nombre de los acompañantes. El profesor de Lógica, como es lógico, salió de la universidad sin saber si le habían dado una indemnización o un maletín. Ahora, gracias al juicio, ya sabe que no fue un maletín y dice que piensa recuperar los 15 millones que se llevó Trevijano sin comerlo ni beberlo. Trevijano, por su parte, asegura que recibió esas pesetas en concepto de 'ayuda familiar' y que no tiene que devolver nada.

No sé si me siguen. Quizá ustedes no sean profesores de Lógica, ni republicanos; quizá ustedes no sean ni siquiera universitarios, e ignoren que es absolutamente normal traficar entre cuñados con millones como si los millones fueran cromos. Quince millones arriba, 15 millones abajo, no son nada para un profesor de Lógica, ni para un republicano ni para una autoridad académica. La Universidad española está hecha cisco. No hay dinero ni para tizas, pero un rector puede indemnizar a un profesor de Lógica con 30 millones por un error administrativo cometido por él mismo. Más aún: esos 30 millones se pueden entregar en dos cheques de 15, uno de ellos a nombre del cuñado, etcétera.

Luego nos extrañamos de que la gente pierda la fe en las instituciones. Pero es que si se dan estos casos en las cátedras de lógica, qué no ocurrirá en las de literatura del absurdo. Se me ocurre una novela: un especialista en Ionesco es obligado por el rector de su universidad a recibir una indemnización de 30 millones.

-Pero si ustedes no me deben nada -se defiende el profesor.

-Algo le habremos hecho, aunque haya sido sin querer. Tome usted este dinero y diga a su cuñado que venga mañana, que también a él queremos indemnizarle.

-Es que mi cuñado es muy honesto. Y republicano.

-Razón de más. Un republicano honesto tiene derecho a todo. Si se niega, le haremos creer que le da usted el dinero en concepto de ayuda familiar y santas pascuas.

Ya sé que la historia está inspirada en El proceso, de Kafka, no soy Racionero, pero tiene la originalidad de que las autoridades no persiguen al protagonista para hacerle daño, sino para hacerle rico. Recuerdo un personaje de Salinger que decía una frase genial:

-Soy un paranoico al revés. Creo que la gente me persigue para hacerme feliz.

Las autoridades académicas perseguían al profesor de Lógica para solucionarle la vida a él y a su cuñado. Parece absurdo, sí, pero lo que importa es que se han llevado un dinero y que Villapalos ha salido absuelto. Todos felices, pues. Pero continúen fijándose ustedes en los detalles laterales.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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