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Columna
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Políticas

Según Lidia Falcón, que acaba de presentarnos su nuevo libro Los mitos del feminismo, las mujeres constituimos una clase, lo que no quiere decir que forzosamente seamos todas estupendas. Rechaza, pues, la 'sororidad', esa especie de solidaridad transversal, que según ella propicia que mujeres de derechas, que nunca fueron y siguen sin ser feministas, estén participando en política sin que de ello se derive beneficio alguno para la población femenina. 'Y tampoco para las mujeres de izquierda, cada vez más desplazadas por sus 'compañeras' de derecha, las cuales no muestran una pizca de agradecimiento por el apoyo que aquellas les prestan, ni mucho menos reconocen lo que deben al Movimiento Feminista, sin cuya lucha ellas nunca hubieran alcanzado la situación privilegiada de que disfrutan'. Flagela así la autora la que califica de 'corrompida' política de cuotas, porque ha propiciado que los hombres, decididos a no dejarse arrebatar el poder, cuando no tienen más remedio que situar mujeres en cargos colocan a sus parientes y recomendadas, alcanzando un triple objetivo: 'Asegurarse los apoyos y la sumisión, eliminar a las que les molestan, y luego mostrar al mundo cómo las cuotas lo que logran únicamente es que se escoja a tontas para puestos de decisión'. Aunque la supongo discrepante con el conjunto de esta formulación, Consuelo Catalá, feminista y diputada socialista en las Cortes Valencianas, acaba de denunciar que la Sección Femenina cabalga de nuevo a cuento de la campaña de las parlamentarias del PP contra el Ayuntamiento de Elda en la que acusan de 'soez y discriminatorio' un ciclo de obras de carácter reivindicativo sólo porque una de ellas se llama Los monólogos de la vagina. Ocurre esto después de que las mismas damas protagonizaran un bochornoso intento de reprobación y secundaran una no menos vergonzosa negativa a que la televisión pública difunda una campaña contra los malos tratos a mujeres. Sí que nos lo están poniendo difícil a las defensoras del derecho a la maldad. Volviendo a Falcón, demoledora: 'Jamás imaginé que mis cincuenta años de batallas contra el poder patriarcal... servirían para que Loyola de Palacio lograra un ministerio'.

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