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El gobierno municipal de Málaga llega desunido a la mitad de su mandato

Los ediles populares no acaban de congeniar, pese a ser mayoría

El pasado 7 de mayo el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, llegó a Nueva York para acompañar durante dos días a una delegación malagueña que estaba de campaña turística. En repetidas ocasiones pidió un teléfono prestado. Explicaba que no hubo tiempo de procurarle un móvil que fuera compatible en EE.UU. Sin embargo, miembros afines a la dirección provincial del PP atribuyen la deficiencia a 'los Servicios Operativos del Ayuntamiento', que están en manos de Teresa Porras, a quien vinculan con el sector villalobista, enfrentado de manera soterrada al bando oficialista. Porras reconoce que fue en la lista 'por decisión de Celia', pero sobre el teléfono sostiene que 'se pidió un viernes, a las 13.30, y no dio tiempo a conseguirlo porque se iban el sábado; ahora ya tenemos uno siempre'.

Este grupo afín a Villalobos, en el que se incluye entre otros a los tenientes de alcalde delegados de Urbanismo, Manuel Ramos, y de Hacienda, Francisco Aguilar, ha protagonizado movimientos que se han interpretado como desaires al alcalde, Francisco de la Torre, que sustituyó a Celia Villalobos en mayo de 2000, cuando fue nombrada ministra. Ramos lanzó en julio del año pasado una candidatura alternativa a la de Joaquín Ramírez para la presidencia provincial de Málaga. Aunque la inicitiva fue fracaso, hizo visibles las desavenencias entre la ministra y el presidente del PP malagueño. De la Torre reconoce que la operación 'fue perjudicial para la cohesión el grupo municipal' en el que acababa de nombrar a Ramos primer teniente de alcalde. En el congreso de octubre, De la Torre entró como vicepresidente en la ejecutiva.

El viaje a Nueva York solapaba la presencia del alcalde con la del concejal de Hacienda, Francisco Aguilar, que suele sustituirle en los periplos extranjeros. De la Torre insinuó a Aguilar que se quedara en Málaga, pero el edil prefirió hacer el viaje pagando los gastos de su bolsillo. A la vuelta ambos han protagonizado un incidente: el alcalde ha hecho un reparto de 1.700 millones de pesetas del remanente del presupuesto de 2000, que ha sido criticado en privado por el responsable de Hacienda. La publicación en un diario local de varias frases despectivas hacia De la Torre le valió a Aguilar una reprimenda pública de su partido, que no creyó su desmentido. El concejal insiste en su 'respeto al alcalde' y reconoce que le incomodó el retraso en el procedimiento, que impidió que el expediente pasara por Comisión. El alcalde responde que 'si el concejal se hubiera quedado, el expediente habría avanzado'.

Algunos dirigentes populares intentan promover la cohesión del grupo, en ellos la secretaria general del PP malagueño y concejal de Bienestar Social, Mariví Romero, que ha hecho toda su carrera apoyada por Ramírez, en Nuevas Generaciones y el Ayuntamiento, pero que también ha tenido la habilidad de ganarse el favor de Villalobos.

En zona intermedia, no hay muchos concejales. Ana Rico podría ser uno de ellos. Esta edil tuvo que salir de Medio Ambiente, después de descubrirse el año pasado que se había pagado una obra de 40 millones sin que se hubiera realizado. Cuando el anterior concejal de Cultura, Antonio Garrido, fue nombrado director del Instituto Cervantes en Nueva York, le sustituyó.

Esta concejal estuvo al frente de la misión turística en Nueva York del 5 al 11 de mayo. Allí inició unas desavenencias con el director del Teatro Cervantes, Salamón Castiel. Los desencuentros con su subordinado han continuado a su vuelta a Málaga y han llevado a Castiel a solicitarle a De la Torre pasar a depender directamente de la Alcaldía. Y desde el bando villalobista se reprocha al alcalde que 'esté de parte de un funcionario antes de apoyar a su concejal'.

Ramos sostiene que no hay bandos porque 'no hay ni jefes, ni organización y ni objetivos distintos'. El argumento se podría aplicar, por defecto, al conjunto del grupo. No hay un jefe indiscutido y la organización se resiente, aunque el éxito y el fracaso electoral estén separados por sólo 6.836 votos.

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