Los Delinqüentes presentan su visión callejera del rock andaluz
Es una de esas cegadoras sorpresas que nos vienen del sur cada pocos años: músicas libérrimas que definen su propio territorio sin fijarse en modas o tendencias. Los Delinqüentes eran inicialmente una pareja de críos jerezanos que empezaron a crear un repertorio de enorme desparpajo, historias poéticas de marginalidad gozosamente asumida. Un cancionero impetuoso que pusieron a punto con Diego Pozo, veterano del grupo Palocortao.
Los tres llegaron a Madrid y fascinaron a la industria musical, ahora muy sensibilizada hacia las coplas callejeras por el fenómeno Estopa. Ojo, que nadie les confunda con los hermanos Muñoz: las referencias de Los Delinqüentes son andaluzas y anteriores, piensen en Veneno, Pata Negra e incluso Mártires del Compás. 'No lo ocultamos', aseguran, 'hasta el nombre viene del primer elepé que hizo Kiko Veneno con Raimundo y Rafaelillo Amador. Pero también hay Jimi Hendrix y Manu Chao, los Ramones y mucho flamenco, todo lo que hemos mamado'.
Aunque grabado para la multinacional Virgin, el disco de debú, El sentimiento garrapatero que nos traen las flores, se hizo casi por entero en Jerez, con plena libertad y con la complicidad de su productor, José María García-Pelayo.
Los Delinqüentes han realizado su presentación oficial en Madrid. La primera impresión es visual: no se han gastado dinero en estilismo, van de calle y seguramente nunca se les habrá ocurrido maquearse para el escenario. La segunda impresión es sonora: pisan el acelerador desde el principio, en un arrebatado barullo, aunque no haya más instrumento eléctrico que el bajo; lo suyo son las guitarras de palo.
Los Delinqüentes tienen estribillos arrebatadores, que incendian historias fascinantes envueltas en jerga y sobreentendidos. Unas canciones pícaras y arrogantes que funcionan gloriosamente en directo, aunque se podría sugerir que necesitan un desarrollo más delicado, con contrastes de dinámica y limpieza sonora. Ellos aseguran que se arreglará, que están comenzando: 'Todavía no nos hemos acostumbrado a actuar de pie, lo nuestro ha sido tocar sentados y en círculo, en los patios o en la calle'.
Babelia
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