'Los trianeros somos muy 'fatigas' hablando de nuestro barrio'

Isabel Fayos, trianera de 44 años, nació y vive en el barrio más popular de Sevilla. Sus canciones, como Calle Betis, hablan habitualmente de las calles y gentes de Triana. El distrito municipal la ha elegido recientemente Trianera del Año, galardón que le será entregado en la próxima Velá, en julio. Ayer, como si de una responsabilidad más del cargo se tratara, andaba por su barrio preparada para salir camino de El Rocío con su hermandad.

Pregunta. ¿Por qué la han elegido Trianera del Año?

Respuesta. El distrito siempre elige a personas conocidas muy relacionadas con el barrio, gente que defiende la identidad de Triana y que representa a los trianeros anónimos. Yo le escribo al barrio canciones continuamente y mi profesión me permite pasear su nombre allá por donde voy. Este año se me da, quizás, por los dos premios Andalucía de la Música que gané en Octubre.

P. ¿En qué consiste esa identidad?

R. Los trianeros somos muy fatigas hablando de nuestro barrio. Es una forma de ser. Triana tiene una historia presidida por valores de convivencia y solidaridad. Aquí vivían trabajadores que se ayudaban muchísimo entre sí, que tenían grandes valores humanos. Algo de eso perdura todavía.

P. ¿Podrían haberla nombrado rociera del año?

R. Sí. Es una fiesta que vivo y siento mucho. Desde pequeña. Recuerdo que cuando iba al colegio, la profesora nos sacaba a la calle a ver salir la hermandad y yo me quedaba llorando cuando las carretas pasaban de largo y yo me quedaba en clase. Luego, escribí unas sevillanas recordando cómo me impresionó ver, la primera vez que fui a El Rocío, a aquellas niñas que, como yo, se quedaban llorando cuando nosotros pasamos de largo. Además, estoy muy vinculada a la Hermandad de Triana durante todo el año, no sólo en estas fechas. Soy la subdirectora del coro de hermanas, que este año hemos grabado un disco de sevillanas, y también escribo en el boletín de la hermandad.

P. ¿Que parte tiene su Rocío de fiesta y que parte de devoción religiosa?

R. Aunque El Rocío es una fiesta, si no se va con tolerancia, respeto, cariño y buen humor, la convivencia no es posible. El camino, que es muy duro, es una experiencia muy humana, que da la oportunidad de conocer mejor a la gente que va contigo. Lo veo más como una experiencia personal que como algo puramente religioso o folclórico. Es como una terapia. Hay una opción intermedia, humana, entre el fanatismo religioso y la pura diversión.

P. ¿Prefiere el camino o la estancia en la aldea?

R. El camino, sin duda. Los días que se pasan en la aldea es como la Feria. No se disfruta tanto la convivencia con los demás como en el camino.