¿La utopía de un mundo más justo?
Un congreso de la Fundación Valencia Tercer Milenio ha reabierto en Valencia el debate sobre la utopía, un concepto intangible pero muy asequible a la lucubración. Tras la conferencia inaugural del congreso los participantes se adentraron en sesudas reflexiones sobre lo inalcanzable, y puede que por unos momentos incluso levitaran fuera de este mundo. El acto de clausura les hará aterrizar. Seguramente el misionero Vicente Ferrer aprovechará el acto final para animar a todos a trabajar por un mundo más justo en el que todas las personas tengan su oportunidad. Vicente Ferrer ha visto y comprendido la miseria de muchos miles de personas, su tarea se sitúa diametralmente opuesta a la utopía, y se adentra en las alamedas de la eutopía.
A lo largo de la historia hemos visto muchas utopías que no eran tal. Hace un siglo el voto femenino parecía inalcanzable, hace sesenta años casi nadie hubiese apostado por una Europa unida, y si volvemos la vista atrás unos treinta años nos resultará difícil vislumbrar una España democrática. Por poner unos ejemplos palmarios y próximos, todos ellos felices eutopías hoy.
Las nuevas tecnologías están cambiando rápidamente el escenario mundial. Fenómenos como Internet o la telefonía móvil, cuyo veloz desarrollo no hubiésemos sido capaces de predecir hace escasamente quince años, están cambiando el panorama mundial. No deberíamos dejar pasar esta oportunidad para avanzar de forma significativa hacia un mundo más justo.
El Foro Social de Porto Alegre nos dejó un mensaje nítido: 'es posible un mundo mejor'. No tanto porque las personas estemos individualmente convencidas de que el mundo actual es claramente mejorable como porque colectivamente empezamos a sentir que es posible avanzar hacia un mundo donde no quepa la guerra, el hambre ni la miseria. Acabar con las casi 100.000 muertes que la pobreza causa todos los días en el mundo, con la esclavitud de 250 millones de niños y con la anulación que sufren las mujeres afganas no es una utopía, sino una eutopía a la que hemos de llegar cuanto antes.
En esa búsqueda de un mundo mejor hemos de defender también los derechos de los pueblos. El mensaje zapatista, tan reciente como diáfano, de que 'queremos un mundo donde quepan todos los mundos' debe ser también una de nuestras banderas hacia ese mundo mejor. La tercera de las banderas es la de los derechos humanos. Sólo un mundo en el que se respeten los derechos individuales de las personas será un mundo justo.
Las nuevas tecnologías permiten avanzar de manera firme y decidida hacia ese mundo mejor en el que quepan todos los mundos y en el que los derechos humanos constituyan el punto de partida y el referente permanente. A fin de cuentas, el mundo será lo que las personas queramos, si realmente lo queremos.
Arturo Arnau es coordinador de la Plataforma Internacional por la Globalización de los Derechos Humanos.
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