Lo que es nuestro es nuestro

(...) La pelea ha estallado sobre el futuro de las ayudas regionales de 213.000 millones de euros (es decir, 180.000 millones de dólares), alrededor del 35% del presupuesto de la UE, entre 2000 y 2006. El problema se crea con la perspectiva de la 'ampliación': la extensión de la UE para integrar a 12 nuevos países, principalmente del centro y este de Europa. Los posibles nuevos miembros son más pobres que los 15 que ya existen. Bajo las reglas de la UE, el PIB debe ser el 75% o menos de la media de la Unión Europea para reunir las condiciones para obtener los fondos estructurales. (...) Al aplicar estas reglas en una UE ampliada, las subvenciones irán a parar a las regiones de países como Polonia y Hungría, en lugar de, como ahora, España, Grecia y Portugal.

Los españoles ven que la fiesta podría terminarse, y no les gusta. El Gobierno de José María Aznar ha reivindicado que sus propias regiones más pobres serán las víctimas de una 'ilusión estadística' en una UE ampliada. (...) Curiosamente, están invocando el alardeado principio de solidaridad de la UE para pedir que las subvenciones continúen. Una interpretación normal de esto podría sugerir que sería el momento de que España, que se ha estado beneficiando de la generosidad de la UE, fuera generosa ahora. La cantidad de dinero es mucha y, además, forma parte de la política española que Felipe González, el anterior presidente del Gobierno socialista, empleó con éxito frente a los intentos de Alemania de cortar las subvenciones a España a principios de los noventa. Aznar no puede hacerlo peor.

Londres, 26 de mayo