'Cuando España ingresó en la UE nadie argumentó como Aznar hoy'
Tras dimitir como presidente de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), en medio de la tormenta política desatada por el escándalo de la financiación ilegal del partido, en febrero del año pasado, Wolfgang Schäuble se ha alejado cada vez más de los avatares de la política interna alemana para centrar su atención en la construcción europea. No es un terreno nuevo para este político de 59 años, que ya en 1994 presentó, junto a Karl Lamers, el muy influyente concepto de la 'Europa nuclear'. Schäuble suena en Alemania como uno de los presidentes de una eventual convención constituyente europea y en la actualidad codirige -junto al ex primer ministro belga Winfried Martens- una comisión de los populares europeos sobre las futuras reformas de la UE.
'Vincular la libre circulación de trabajadores a las ayudas financieras es absolutamente inaceptable'
Pregunta. ¿Qué piensa de la exigencia alemana de establecer un periodo de transición de siete años para la libre circulación de trabajadores después de la ampliación de la UE al Este?
Respuesta. El problema es que estamos debatiendo el tema de la ampliación casi exclusivamente bajo el punto de vista de la libre circulación de trabajadores, en vez de centrarnos en las oportunidades que este gran proyecto brinda para Europa, 11 años después de la caída del muro de Berlín. Tal como se está llevando la discusión, entre los ciudadanos se está generando la impresión de que la ampliación al Este es algo que hay que temer.
P. ¿Habrá una avalancha de inmigrantes a Alemania, como piensan algunos?
R. Yo no comparto en absoluto esos pronósticos. Por eso estoy en contra de una solución general y a favor de reglamentaciones específicas, como en el caso de las zonas fronterizas. También los países candidatos están dispuestos a ellas. Como nos consta de la discusión sobre la compraventa de propiedades, habrá periodos de transición en ambos lados.
P. ¿Le ha faltado habilidad al canciller Schröder?
R. Más que eso: ha elegido un acercamiento errado que, si acaso, es aparentemente hábil desde un punto de vista de política interna. A él, lo único que le preocupa son las encuestas de opinión con miras a las próximas elecciones.
P. España vincula su aprobación a estos periodos de transición con la exigencia de que comience a hablarse ya de las ayudas financieras después de 2006. ¿Es éste el momento para plantearlo?
R. Vincular ambos temas para mí es absolutamente inaceptable. Me perdonarán, pero la cuestión de cómo se organiza la ampliación al Este tiene muy poco que ver con cómo se organizará el reparto financiero de la UE después de 2006.
P. ¿Pero comprende las exigencias españolas?
R. Comprendo la preocupación de que en una UE ampliada la cuestión del equilibrio regional se planteará de una manera distinta. Pero la UE sólo puede prosperar si se entiende que una Europa grande y fuerte está en el interés de todos y si se comprende que no se pueden llevar negociaciones en las que siempre se hace depender la aprobación de un punto de que se garanticen ventajas nacionales. Desde hace tiempo pienso que el principio de unanimidad en las votaciones incita a comportarse de una manera insensata. Tampoco he entendido jamás qué es lo que tuvo que ver la entrada a la UE de Austria, Suecia y Finlandia con la cuota pesquera española en los mares de Irlanda, una vinculación que estableció Felipe González.
P. ¿Tendrá que renunciar España a buena parte de sus ayudas después de 2006?
R. No estoy en disposición de prever cómo será el reparto financiero a partir de 2006, pero no hay ninguna duda de que España ha progresado enormemente en los últimos años. Esto sucedió por la tenacidad española, pero también por una gran solidaridad en el seno de la UE. Pero solidaridad quiere decir siempre que aquellos que son grandes y exitosos también tienen que ser solidarios con los que son más débiles. Por ello, los logros del pasado conducirán a que España conceda más solidaridad de la que obtiene de los demás. Las ayudas también se vuelven superfluas con el éxito.
P. Pero Aznar dice que España no va a pagar la cuenta de la ampliación y subraya que Alemania es el mayor beneficiado y, por tanto, debe pagar más.
R. Cuando España ingresó en la UE, en Europa no se argumentó así. Hubiera dificultado mucho las negociaciones que alguien se hubiera preguntado qué país era el que más se beneficiaría. Plantearse esto carece de sentido, porque toda Europa se beneficia de la ampliación. Tenemos que pensar de una manera europea y buscar una solución justa, razonable y políticamente perdurable.
P. ¿Cómo podría organizarse de una manera más eficiente la solidaridad europea?
R. Con el actual sistema tenemos el problema de que con tantas ayudas, subvenciones y programas hay una interferencia cada vez mayor de las burocracias europeas en las decisiones cotidianas de los países miembros. Las consecuencias son una notable falta de transparencia y una considerable pérdida de eficiencia. En principio, para la UE sería más eficiente un sistema de transferencias netas entre los países miembros.
P. Eso significaría que la política estructural y parte de la política agraria se renacionalizarían, como ha propuesto el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD).
R. El SPD prácticamente ha copiado muchas de sus propuestas de los trabajos programáticos de la CDU y CSU y, por tanto, difícilmente nos podemos distanciar de ellas... Estoy convencido de que el peso europeo en las políticas regionales es excesivo. Deberíamos repensarlo, también en relación con el debate sobre la constitución europea. De lo que se trata es de aclarar qué es lo que hace la Unión y qué los Estados miembros. No se puede seguir con una situación en la que todos son responsables de todo.
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