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La lectura como recreo

Las encuestas confirman la necesidad de impulsar iniciativas para despertar el interés por los libros

Los estudiantes españoles leen poco, tal vez porque, en la mayoría de los casos, no se les estimula para que lo hagan, por falta de medios, de orientación o de tiempo. Según los especialistas, el primer paso que hay que dar si se quiere que los estudiantes lean más es entender que el rechazo que a menudo sienten por los libros les convierte más en víctimas que en culpables. Las escasas y dispersas medidas políticas para fomentar la lectura apenas contribuyen a mejorar la situación.

Las encuestas confirman esta realidad y señalan varios motivos. Primero, que los jóvenes no leen porque sus padres tampoco leen y, segundo, que el sistema educativo, más dirigido a proporcionarles conocimientos que a mostrarles cómo adquirirlos (sobre todo a través de la lectura, en sus múltiples caras, la digital incluida) se muestra incapaz de romper ese círculo vicioso. Pero la situación no es irreversible.

Los expertos coinciden en que es difícil crear hábitos de lectura, pero no imposible. La solución es sencilla en apariencia: 'Acercar el libro a los alumnos y demostrarles que no es un ovni, que no muerde, que se puede abrir y tocar y que incluso puede llegar a gustar', como ironiza el catedrático de bachillerato Alfonso Guerrero. Los principales obstáculos para que salte esa chispa que enganche para siempre a los estudiantes con los libros son los modelos de ocio que han heredado de sus padres, las tentaciones múltiples de la tecnología y sobre todo la falta de orientación y de medios en los colegios e institutos.

El profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Jesús Alonso Tapia, experto en motivación y comprensión lectora, culpa al excesivo hincapié que hace el sistema educativo en la lectura memorística para la evaluación como factor de ruptura entre estudiantes y libros. 'Es imprescindible que los profesores hagan prácticas de lectura con sus alumnos para que éstos ejerciten su capacidad de comprender y disfrutar. No es lo mismo recordar que comprender', explica este profesor.

'Lectura, lectura y lectura' era una de las propuestas que resaltó el ex ministro de Educación con la UCD Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona del famoso dictamen que redactó la Comisión de Humanidades presidida por él. Este documento fue entregado en 1998 a la entonces ministra de Educación, Esperanza Aguirre, para el fomento de estas materias en la educación secundaria. El dictamen recomendaba ampliar el tiempo de lectura para que los alumnos pudieran leer en clase obras literarias completas. También proponía impulsar el uso de las bibliotecas de aula, para el trabajo diario, y las de centro, para generar afición por la literatura.

Todas esas demandas siguen vivas, como recordó el Grupo Parlamentario Socialista en la proposición no de ley que llevó en diciembre al Congreso. El PSOE pidió al Gobierno del PP, sin suerte, que se comprometiera a destinar 10.000 millones de pesetas a un plan de financiación de bibliotecas escolares, de aula y de centro, que incluyera formación de bibliotecarios.

Esta última medida evitaría situaciones como la del Instituto Andrés de Vandelvira de Albacete, cuya biblioteca escolar corre el peligro de desaparecer porque la profesora responsable de ella durante los últimos 14 años, Candelaria Motas, ha sido reclamada para realizar en exclusiva tareas docentes.

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte presentó este mes un Plan de Fomento de Lectura para los próximos cuatro cursos. Este plan sólo prevé invertir 1.230 millones de pesetas (de los 22.000 con que cuenta) en el área educativa. Esta cantidad contrasta con los 27.500 millones de pesetas que el Gobierno británico dedica este curso a fomentar la lectura entre los escolares de 7 a 11 años. La Junta de Andalucía ha firmado con editores, sindicatos y libreros un Pacto Andaluz por el Libro que destinará 1.000 millones de pesetas a promocionar la lectura en esta legislatura.

El último estudio sobre hábitos de lectura y compra de libros de la Federación de Gremios de Editores de España muestra que el 45% de los españoles mayores de 14 años no lee nunca o casi nunca. Este porcentaje descendió en el primer trimestre de este año un 3% respecto a 2000.

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