_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El inexistente Real Madrid

Desde el Real Madrid campeón de Liga en 1997 a este nuevo Real Madrid se ha producido una transformación de sustancia. Dos han sido las moléculas que han cambiado la composición genética del campeón 2.000-2.001. Una es Florentino Pérez y la otra Luis Figo. Entre ambas saltó esta temporada el arco de 10.000 millones de pesetas con el que se cruza desde el mucho dinero a la desmesura, desde los límites de un gran contrato al territorio de la ficción.

Hace años que el fútbol había ingresado en la naturaleza del negocio. Efectivamente con el Real Madrid se podían ganar cientos o miles de millones pero todavía esa fuente de oro pertenecía al orden del paisaje real. Lo nuevo ahora es que el fútbol, con el Real Madrid a la cabeza, ha pasado a la esfera de la ficción. Porque cada vez más lo que el Real Madrid gana como club se corresponde menos con lo que el Real Madrid gana como equipo que con su imagen de Real Madrid. La imagen es ahora todo lo que importa: para vender, para hipotecar, para prosperar, para sobrevivir.

Más información
Liga, dulce Liga
El Madrid canta el alirón a lo grande
'¡A la Cibeles!'

El Real Madrid en cuanto equipo ha dejado de ser una entidad a la que referirse históricamente. O mejor: como entidad, el Real Madrid, una vez que ha hecho historia, ha dejado de pertenecer a la historia. Ahora ya es todo ilusión. De esa manera el Real Madrid que gana o pierde es una entelequia fatalmente expuesta a la incesante metamorfosis de sus alineaciones, a los cambio continuos de sus camisetas, a la infinita circulación del nombre por el merchandising, a la extensa mixtificación de su hinchada por el planeta, desde Suráfrica a Japón, desde Melbourne a San Diego. El Real Madrid ha dejado de pertenecer al orden de lo físico para hacerse sólo ficción, imagen de sí mismo. No puede distinguir a su afición porque la afición se ha confundido con la población del mundo, no juega físicamente en el Bernabeu sino en los millones de pantallas traducidas en las imágenes de centenares de canales y en la articulación de mil idiomas. Es el mejor equipo oficial del mundo y no puede competir más en este mundo. Consecuentemente, el Real Madrid no juega ya con la realidad de su historia sino sólo con la mitología. Hasta ahora del Real Madrid se decía que era un deudor de su historia pero ahora ha llegado el momento de presentarse como acreedor. O dicho de otro modo: el Madrid ha sido un subordinado de su historia mientras ha existido, pero ahora ya no existe y lo que se hace es explotar el inagotable filón de la imaginación. ¿Desde cuando? Desde que Florentino Pérez y Figo formaron el arco voltaico que proyecta la imagen del irreal Madrid. La imagen de su imaginario (fuera del tiempo, fuera del cálculo razonable, al margen de la competición) como una forma más, en clave deportiva, de las estrategias financieras dentro del nuevo capitalismo de ficción. Dentro de ello, el título de Liga es un fulgor, es decir: anticipado al tiempo, inapelable.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_