¿Debe acordarse por referéndum un paro general?
La consulta efectuada por UGT de Cataluña la distancia de CC OO
La brecha abierta entre UGT y CC OO con vistas a una eventual huelga contra la reforma laboral tiene dos orígenes y una resultante. Para empezar, CC OO suscribió el pacto de pensiones con el Gobierno ante el rechazo de UGT; y después, el Gobierno conservador lanzó su reforma laboral por medio de un decreto ley que no satisfizo a ninguno de los dos sindicatos. Es decir, CC OO y UGT se desunieron primero para encontrarse después ante la adversidad común, pero ya nunca volvió a ser lo mismo. En el desamor lastrado por el pacto de pensiones ejercen un papel importante la acritud de CC OO respecto al sindicato hermano y el repentino ataque reivindicativo que le ha entrado a la UGT en los últimos meses. Ambos impulsos forman la resultante.
'En cuanto se cruzan cuatro de UGT convocan huelga'. La frase, que ha hecho fortuna en medios políticos y sindicales, connota esta hambre añadida de combate. El argumento de la central que dirigen Cándido Méndez a escala estatal y Josep Maria Àlvarez en Cataluña calienta motores en torno a una idea fuerza: ¿si al Gobierno de Felipe González le montamos cuatro huelgas generales, cómo es posible que el PP acabe librándose? Los ugetistas, prietas las filas, rompieron en primer lugar con el pacto de pensiones -cesó el negociador de UGT Díaz Chavero- sin apenas argumentos, puesto que la Administración había aceptado prescindir del tope de cotización mínimo a partir del año 1967 para conseguir jubilaciones anticipadas. En el mismo acuerdo, el derecho de jubilación antes de tiempo se extendió a parados de más de seis meses y a trabajadores de más de 61 años. Se había conseguido lo más sustancial y pese a ello UGT cortó con el Gobierno y dejó a la otra gran central, CC OO, sola en la mesa de negociación. Dicen sus adversarios que no lo hizo por contenidos, sino por un imperativo político de su ejecutiva confederal.
Ahora, UGT estudia la posibilidad de trasladar la huelga general al próximo octubre y de ahí el intento de legitimar el paro en las urnas, cuyos eufóricos resultados, interpretados de forma unilateral por UGT, provocaron recelos en medios de CC OO de Cataluña. La cúpula de este sindicato ha declinado esta semana la invitación de El PAÍS a participar en esta página de debate.
Las relaciones entre las dos centrales mayoritarias se han ido deteriorando a lo largo de los últimos tiempos. En empresas en conflicto como Marks & Spencer, que anunció despidos, UGT y CCOO han mantenido serias discrepancias a la hora de afrontar la crisis. El deterioro no es personal: las relaciones entre Álvarez y Joan Coscubiela, el secretario general de la CONC, sin ser idílicas, han mantenido siempre un tono de corrección.
Sea como sea, aquel clima de casi fusión entre UGT y CC OO, que se había logrado hace dos o tres años, se ha difuminado hasta perder su contorno. Las bases nunca creyeron en aquel intento de unificar las cúpulas confederales con la idea de convertirse a la larga en un solo sindicato. No lo creyeron porque las dos culturas sindicales son muy distintas. Tanto, que a veces aflora un odio reseco inexplicable, como ha ocurrido recientemente entre algunas federaciones de ambos sindicatos. Hay un elemento añadido: UGT celebrará su congreso estatal el año próximo; Cándido Méndez está en campaña y el enfrentamiento tiene más éxito que la negociación.
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