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Columna
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Cómo nos ve

Creo que está científicamente demostrado que el tabaco mata: produce cáncer, devastación cardiaca y pulmonar. El hecho de que esté demostrado científicamente significa que mañana pueden demostrar que el tabaco no mata. Lo característico de una teoría científica es que quizá algún día se demuestre su falsedad. Las teorías son provisionales y pueden ser desmentidas mañana o dentro de muchos años. Algún día quizá se descubra que matan más los pimientos que el tabaco, pero nunca podrá demostrarse que fumar mucho sienta bien: una tarde-noche de muchos cigarros causa siempre efectos repugnantes.

En la larga batalla contra el fumar la Junta de Andalucía ha dado un paso generoso: promete unas vacaciones a los médicos y profesores que dejen el tabaco (los responsables sanitarios de la Junta hablan de Deshabituación Tabáquica: ciertos técnicos tienen un terrible gusto por las palabras terribles, aunque nadie se habituará nunca a una palabra como deshabituación, prácticamente impronunciable). Dice Roland Barthes, gran fumador difunto, que médicos y maestros son buenos conductores de recuerdos: uno puede recordar su vida pensando en sus novias, sus médicos y sus maestros. Médicos y maestros son imágenes influyentes y la Junta los quiere ejemplares: que no fumen ayudará a que otros no fumen.

También son buenos conductores de recuerdos los paquetes de tabaco: el color, los monogramas de las marcas, el celofán. Vienen de la infancia: el Chester que le compraba a mi padre y el primer tabaco que compré para mí (por el nombre y la cuadriga en el paquete: Ben-Hur). El tabaco que fumé en Italia: Senior Service, título ahora de la biografía que Carlo Feltrinelli escribe de su padre, el editor Giangiacomo Feltrinelli, millonario milanés y terrorista que, dinamitando postes de la luz, quería cambiar la vida. Cambió drásticamente la suya cuando lo mató el explosivo que voló el poste eléctrico. Ya no fabrican el Senior Service, me dice una amiga a quien, por efecto de la nostalgia al leer Senior Service, le encargué que me trajera de Trieste unos paquetes.

Me parece una medida eficaz empezar por el envoltorio el ataque al tabaco: estigmatizar rotundamente los paquetes. Las autoridades han ordenado insertar el rótulo mayúsculo 'Fumar mata'. Yo prohibiría además los colores y cualquier tipo de ilustración en el paquete de tabaco. Fumar es infantil, y a los niños les gustan las estampas, las cajas de colorines, las marcas. Creo que la estrategia antitabaco de la Junta ha tenido en cuenta el infantilismo succionador de los fumadores y ha prometido unas vacaciones a los que dejen de fumar. La salud es hoy un imperativo moral, es decir, económico: las enfermedades que provoca el tabaco son carísimas. Este principio económico lo ve muy claro la Generalitat de Cataluña, que ofrece 50.000 pesetas a quien deje de fumar más de seis meses, en una especie de prueba deportiva o concurso con fines lucrativos: la Generalitat ve a sus ciudadanos como pueriles sujetos econónicos. La Junta, con una visión más precisa del mundo infantil del fumador, mira por nosotros paternalmente. Sí, la Junta tiende al paternalismo, y al que se porte bien le ofrece un recreo, unas vacaciones.

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