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Crónica
Texto informativo con interpretación

'¡Gol del Valencia!'

De repente, en medio del inmenso sopor, del aburrimiento generalizado, de la siesta que algunos estuvieron durmiendo desde que empezó la insoportable corrida, un estremecimiento de júbilo sacudió la plaza y una potente voz cenital, venida de las andanadas o quién sabe si de remotas galaxias, anunció la buena nueva: '¡Gol del Valencia!'. Y fue justo entonces cuando empezó a cobrar sentido la función, la tarde, la vida.

¡Gol del Valencia! Bendito sea dios. Al menos alguien había encontrado motivos para ser feliz o, por lo menos, estar contento y tener algo que contar, aunque fuese en un lugar de Milán llamado San Siro. Pues en otro de Madrid llamado Las Ventas, y con cartel de lujo dentro, lo que sucedía era como para echarse a llorar.

Partido / Esplá, Joselito, Cid

Toros de Partido de Resina, con trapío, muy bien armados; inválidos casi todos; mansos de poca casta en general y aborregados, excepto 1º, incierto, y 6º, que desarrolló sentido. Luis Francisco Esplá: dos pinchazos, estocada corta perpendicular atravesada y descabello (silencio); pinchazo, estocada corta trasera, rueda de peones y descabello (silencio). Joselito: dos pinchazos bajos -aviso-, dos pinchazos bajos más y estocada trasera (silencio); pinchazo bajo, estocada corta escandalosamente baja -aviso- y dobla el toro (algunas palmas). El Cid: estocada corta atravesada muy tendida trasera, pinchazo bajo -primer aviso-, cuatro pinchazos -segundo aviso- y estocada corta ladeada (silencio); estocada ladeada (palmas). Plaza de Las Ventas, 23 de mayo. 15ª corrida de abono. Lleno.

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Toros inválidos, toreros insulsos, maestros ciruela. Qué tarde dieron -¡bendito sea dios!- todos a una.

Los toros de Partido de Resina, que quienes están en la pomada gustan llamar pablorromeros por la sencilla razón de que la ganadería pertenció a Pablo Romero (de eso hace ya cuatro años), pese a su hermosa lámina y sus bien conformadas cornamentas eran unos borregos impresentables. Borregos y tullidos. Borregos, tullidos y fumados.

Hubo dos que no: precisamente primero y sexto (capicúa). Primero y sexto sustituyeron la borreguez por la bronquedad y sacaron peligro. El primero no humillaba, acometía incierto, y Luis Francisco Esplá hubo de sortear sus intemperancias librando derrotes. El sexto rebanaba las proximidades de El Cid lidiador cual si sus astas fuesen alfanjes tirando a degüello y el amenazado diestro respondió recreciéndose en su toreo al natural, también por redondos; y ya que no podía haber lucimiento, ofreciendo generosamente el testimonio de su pundonor y su valentía.

Lo chocante es que, con los borregos, uno y otro diestro sustanciaron peor actuación. Esplá brilló poco con el capote, nada con las banderillas, muleteó sin gracia. El Cid pegó algunos pases de buen corte mas de inútil realización al inválido absoluto de su anterior turno y de poco oye los tres avisos (y se lo echan al corral) ya que lo mató malamente y a la última.

De todos modos, ninguno de los dos mencionados diestros -uno veterano y casi podríamos añadir consagrado, otro novel de muchos merecimientos- podía despertar pasiones porque la admiración de la mayoría de los presentes se centraba en el tercer espada: el famoso Joselito.

Al tercer espada (segundo del cartel) estaban dispuestos a aplaudirle cuanto se le ocurriera hacer; incluso meterse el dedo en la nariz. Que, por cierto, fue bien poco y lo de la nariz ni se le pasó por la cabeza, afortunadamente. Con sendos inválidos borregos adormecidos lanceó a la verónica marcando el viaje en línea recta, sufrió enganchones, las astas de los borregos le rajaron dos capotes, entró a quites y tiró gaoneras y chicuelinas para el olvido, engendró premiosos muleteos.

Los premiosos muleteos del famoso Joselito marginaban la técnica de parar, templar y mandar, y la sustituían por el unipase, el toreo fuera cacho, los viajes marcados al desgaire, la destemplanza. El muleteo al segundo toro añadió dos series de naturales de aleatoria factura y aun quiso prolongar Joselito la faena intercalando derechazos, trincheras, porfías, que provocaron palmas de tango y algún grito avisándole de que acabara de una vez pues estaba aburriendo al lucero del alba. Muchos no le perdonaron a Joselito que al concluir la faena hubiese convertido en depresión el optimismo que había despertado en sus principios aquel júbiloso '¡Gol del Valencia!'.

Dijeron en su día que lo de Joselito anunciándose con los toros de Partido de Resina (antes Pablo Romero) constituía una gesta. Luego, al comprobar cómo salían los toros de Partido de Resina (antes Pablo Romero) se entendió perfectamente en qué consistía la gesta.

A alguien se le ha visto el plumero, francamente.

El Cid, en su faena al tercer toro de la tarde.
El Cid, en su faena al tercer toro de la tarde.MIGUEL GENER

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