Vía libre para el Instituto Cervantes de Moscú

Una fuente diplomática española calificó ayer de 'gesto político' la decisión del presidente ruso, Vladímir Putin, de salvar las diferencias que, desde hace años, venían dificultando la apertura en Moscú de una sede del Instituto Cervantes.

El acuerdo sobre intercambio de centros culturales, que debe proporcionar el marco jurídico necesario, quedó ayer, contra todo pronóstico, listo para la firma. No se dieron detalles, pero parece que, finalmente, el Gobierno español no tendrá que pagar el IVA en esa transacción.

Se abre así la vía a que, este mismo año, se inaugure el centro destinado a propagar la cultura y el conocimiento del idioma español en Rusia, donde los hispanistas son legión. Aznar cenó anoche con una nutrida representación.

Está muy avanzada la negociación para adquirir un edificio, que los expertos consideran idóneo, de unos 3.000 metros cuadrados, en la céntrica zona de Arbat. El obstáculo que queda por salvar no es tanto la discusión sobre el precio sino poner de acuerdo a los tres propietarios, uno de ellos el Ayuntamiento de Moscú.

Aznar visitó al caer la tarde la sede del Centro Español, cuyo presidente, Alberto Fernández, le planteó las principales reivindicaciones de los niños de la guerra. Todos ellos son ya setentones, ya que llegaron a la URSS en 1937. Huían de las bombas, del hambre o de ambas cosas, y tardaron en ocasiones más de 40 años en volver a pisar España. Ahora piden mayores pensiones, más vacaciones pagadas del Inserso y que el Estado español se haga cargo de las facturas de sus operaciones quirúrgicas.

Aznar les llamó 'queridos niños' y les prometió que estudiará con la mayor atención las peticiones y que se hará lo que se pueda. Fernández le regaló uno de los siete ejemplares del Libro de la Memoria, en el que se homenajea a los 217 españoles que cayeron en la Segunda Guerra Mundial en las filas del Ejército Rojo y los 212 que murieron de hambre o enfermedad a causa de la contienda.