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Reportaje:

Maragall apuesta por el riesgo

El líder socialista mantendrá la denuncia del pacto CiU-PP pese al percance parlamentario de la semana pasada

Enric Company

Fue un mal día; y un mal día lo tiene cualquiera, pero la orientación política es correcta. Lo que corresponde hacer es seguir denunciando la alianza CiU-PP porque es lo que tiene maniatado al Gobierno catalán, como pretendía denunciar Pasqual Maragall en la pregunta que formuló al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, el pasado miércoles en el Parlament.

Esa fue la conclusión a que llegó ayer la comisión permanente del grupo parlamentario del PSC-Ciutadans del Canvi en su primera reunión tras los debates parlamentarios de la semana pasada, en los que se vio que Maragall es un diputado con mandíbula de cristal.

El propio Maragall asumió, según explicaron varios diputados socialistas, que su minidebate con Pujol a propósito de las elecciones vascas le salió mal. Ayer sometió la cuestión a los diputados de la comisión permanente y hubo coincidencia general en que fue un error plantear aquel debate con Pujol en el plano de la crítica al nacionalismo español porque es el terreno en el que mejor se mueve el líder de CiU.

Pero nadie sostuvo que deba haber cambio de rumbo en la política de oposición y alternativa. Al revés, la dirección del grupo parlamentario decidió insistir en la denuncia de esta 'extraña pareja' formada por CiU y el PP que permite, en palabras de Maragall, que vayan juntos los promotores de 'cruzadas antinacionalistas' y los 'infieles' contra las que se dirigen.

La reacción de Maragall a estos percances parlamentarios ha sido acelerar los preparativos para la moción de censura contra el Gobierno de Pujol, que ha anunciado para octubre. Maragall ha mostrado en diversas ocasiones su incomodidad con el formato de las preguntas parlamentarias, en las que ha de comprimir sus intervenciones en dos minutos y medio y en los que Pujol tiene siempre la última palabra.

La moción de censura tiene para Maragall la ventaja de permitirle presentar su programa alternativo en una intervención sin límite de tiempo. Y sin tener que entretenerse en criticar a Pujol, a quien sigue tratando con un respeto reverencial porque la formulación de la censura propiamente dicha corresponde al portavoz del grupo parlamentario que la presenta, que no es él, sino Nadal.

No todo son ventajas, sin embargo. Muchos diputados socialistas consideraron erróneo, en su momento, que Maragall anunciara una moción de censura a casi un año vista, y que luego haya precisado el momento con medio año de antelación. La moción de censura debe ser la respuesta a un hecho políticamente grave, que justifique un inmediato cambio de gobierno. Maragall ha prescindido de este factor y parece concebirla como una fórmula para mejorar su situación en un gran debate parlamentario.

También esto tiene sus riesgos. Uno de ellos es que los otros grupos de la oposición no le sigan. Ni Esquerra Republicana ni Iniciativa-Verds están entusiasmados ante la expectativa de tener que ir a rueda del PSC. Salir del debate de la moción con una votación inferior al 67-68 que arrojó la investidura de Pujol sería un mal paso para Maragall.

Otro riesgo al parecer no calculado es que quien responderá a Maragall en este debate no tiene por qué ser Pujol. La censura es contra el Gobierno y quien responde es el Gobierno. De manera que, al presentarla, Maragall dará a su próximo rival electoral, el conseller en cap, Artur Mas, la primera oportunidad de debatir cara a cara con él, en un gran debate radiotelevisado. Habrá sido el propio Maragall quien le habrá facilitado un emparejamiento que Mas está sumamente interesado en conseguir. Un diputado socialista consideró ayer un 'riesgo innecesario' que un aspirante a la presidencia que va muy por delante en los sondeos dé a su rival la oportunidad de confrontarse con él en un marco, el debate parlamentario, en el que se mueve con dificultades notorias.

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