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Reportaje:

El último muro de Europa

La negociación para la entrada de Chipre en la UE fuerza un acercamiento en la isla dividida

'Después de Berlín... Nicosia', dice la propaganda del Gobierno de Chipre para recordar al mundo la situación de la última capital europea que sigue partida en dos desde hace 27 años. Pero bajo la superficie del eslogan y su aspiración a una isla pronto reunificada se esconde un largo camino por recorrer hasta lograr la reconciliación, el fin de la desconfianza étnica y la superación de la particular guerra fría entre Grecia y Turquía.

La importancia estratégica de Chipre, una isla más pequeña que Navarra y con menos de 800.000 habitantes pero situada en la encrucijada de tres continentes ha jugado durante mucho tiempo en su contra. Sin embargo, ahora ha aparecido un nuevo jugador, la Unión Europea, cuya fuerza de cambio va a modificar sin duda las reglas del juego. 'Integrarnos en la UE no es que sea mejor o peor para Chipre es que es la salvación del país, es la solución a la división de la isla', afirma Lellos Demetriades, alcalde de Nicosia desde hace más de 30 años y pionero de la apertura a los turcochipriotas. 'Europa es una garantía de seguridad', dice el ex presidente y jefe actual de las negociaciones de Chipre con la UE, Yorgos Vasilíu. 'Turquía no podrá anexionarse el norte de la isla porque nunca se atreverá a anexionarse una parte de la UE'. La seguridad es con diferencia el gran aval de la UE para la inmensa mayoría de los grecochipriotas muy por encima de otros aspectos como el futuro de la agricultura isleña o la armonización de los impuestos en lo que de momento sigue siendo un paraíso fiscal, dos toros con los que tendrá que lidiar Vasilíu antes de que Chipre formalice su entrada en la Unión, prevista para 2005.

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El horizonte de Europa ha obligado a los políticos chipriotas a pensar en el futuro, a orillar el chovinismo nacionalista, e incluso a realizar un examen de conciencia sobre los errores del pasado. Todo el sistema político surgido tras el golpe de Estado contra el arzobispo Makarios auspiciado por la Dictadura de los Coroneles griegos (1967-1974) y la posterior ocupación turca del norte del país, el 37% de la isla y el territorio entonces más rico, parece vivir estos días vísperas de cambio. La Enosis o unión con Grecia se ha convertido en una palabra tabú para la derecha grecochipriota y la división de la isla ya sólo la defiende Turquía, el único país que reconoce internacionalmente a la república del norte. Michalis Papapetru, dirigente de un partido de centro-izquierda y portavoz del Gobierno del presidente conservador Glafcos Clerides, reconoce que ningún lado está libre de culpa. Papapetru, cuyo padre -un famoso ginecólogo- trajo al mundo a los hijos del líder turcochipriota Rauf Denktash, resume así el nuevo estado de opinión: 'No podemos ser rehenes del pasado, no podemos cometer los mismos errores'.

Pero estos 27 años no han pasado en vano. La llamada línea verde establecida por la ONU que divide la isla separa dos mundos social y económicamente cada año más lejanos. Mientras que Chipre goza de prosperidad económica con un crecimiento anual sostenido del 5%, una inflación inferior al 2%, escaso paro y una alta renta per cápita, la zona ocupada por Turquía se hunde en el abismo.

La crisis económica turca y la reciente devaluación de su moneda, la lira, que es también la que circula en el norte de la isla, están causando estragos entre los turcochipriotas. 'Hemos perdido la mitad de nuestros ahorros con la devaluación. Nuestra producción es casi nula. Todo llega de Ankara, no existe mercado interno ni competencia y nuestro Gobierno tampoco recauda impuestos', asegura Mehmet Alí Talat, líder del Partido Republicano, que encabeza la oposición al régimen de Denktash. A este panorama hay que sumar la marginación demográfica de los turcochipriotas, que son ya una minoría frente a los colonos venidos de la Anatolia turca, unos 100.000, y los 35.000 soldados desplegados por Ankara. Talat comparte básicamente el plan del Gobierno chipriota de unificar la isla bajo la fórmula de una federación bicomunal, bizonal y desmilitarizada, una propuesta que es rechazada de plano por Denktash y el Gobierno turco que proponen una confederación de dos Estados independientes. Este desacuerdo mantiene empantanadas las conversaciones auspiciadas por la ONU desde hace meses.

Las nuevas expectativas han propiciado un nuevo interés por tender puentes entre ambas comunidades y no son pocos los jóvenes que se sienten primero isleños, chipriotas, y luego griegos o turcos. Sofocles Russos, diseñador de revistas, opina que ya va siendo hora de que los chipriotas eliminen la bandera griega de cuarteles y comisarías y se empiecen a poner la bases de un nuevo Estado. 'En el caso improbable de que Chipre consiga una medalla olímpica en el 2004, la gente oirá el himno griego porque nosotros no tenemos'.

Ha pasado una generación y la guerra fría ha acabado. Nadie previó la caída del muro de Berlín, al contrario que el alcalde Demetriades que ha logrado que Nicosia siga siendo una sola ciudad. 'El día que se produzca la reunificación, sólo necesitaré 10 bulldozers para quitar las barreras militares y en 48 horas grecochipriotas y turcochipriotas, podrán cruzar de un lado a otro de la ciudad'. Europa no puede fallarles.

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