Caballero: 'Si no lo haces bien, un toro como el mío te descubre'
'Tres formas de torear diferentes'. 'Y un sólo Dios verdadero'. La tarde iba religiosa y las conversaciones con aroma a incieso prendían entre el público. En la plaza, se presentaba el elegido. Silencio en cada gesto. Cada movimiento era saludado con la reverencia de las mejores ocasiones. En los tendidos, todos presentes. Desde Vicente Amigo a Pedro Almodóvar (que hará torear a Rosario Flores en su próxima película) pasando por varios ministros, cuatro ministrables, 5.000 periodistas y dos curas párrocos, que se las pintan solos para acudir allí donde huele a santidad. La plaza olía como un botafumerio en una montaña rusa.
'Lo mejor es que ha sido una tarde importante. Cada torero,en su estilo, ha estado a por todas. Sin dejar pasar una oportunidad para lucirse y hacer sus cosas'. Este gesto de generosidad, para sí y para sus compañeros, corresponde al triunfador de la tarde: Manuel Caballero. El elegido era Tomás, pero él se coló de rondón y a su segundo enemigo le dejó sin una oreja. 'El toro era bravo, encastado y había que hacerle las cosas muy bien. De lo contrario, puedes quedar muy mal. Un toro así, a poco que te descuides, te descubre', recuerda y comenta el de Albacete, que está contento, faltaría más.
El capote de Morante
Morante, el otro no-elegido, tampoco deja pasar la oportunidad para hablar, y muy bien, de la terna con la que compartió tarde, corrida y gastos (bueno, esto último, no): 'Cada uno a su manera, creo que ha conseguido enganchar con un público tan exigente como el de Madrid. En los lances con el capote a mi segundo toro, la verdad, me he encontrado muy a gusto; me he sentido tal y como soy'.
El de la Puebla se exhibe especialmente satisfecho por haber 'sentido' que Las Ventas se le acercaba un poquito más que años anteriores ('Me falta, me falta cuajar en Madrid y hoy he estado cerca'). Cuando torea en Sevilla, su tierra, todo el silencio del mundo. Aquí, hasta ayer, de murmullo fuerte no había pasado. Le gusta recordar con detenimiento esos lances que casi le hacen aprobar la asignatura pendiente: 'El toro se abría y te hacía sentirte bien; torear despacio... Lástima que luego, en la muleta... que iba... que iba... y no llegó'. Y ahí se quedó.
El que sí llegó fue Caballero. 'Lo bonito es sentir que puedes a un toro. Esto es un poco como una pelea. Al principio ha entrado muy fuerte y, poco a poco, he logrado que entrara despacio, como yo quería, en la muleta', dice para acto seguido dejar en la espada ('¡Si hubiese entrado más!'), el lamento de algo más sonado.
'¿Y el elegido?', se preguntaba la feligresía. 'Está muy cabreado. Mañana torea en Jerez y no quiere hablar. En cuanto salga de la ducha se va corriendo. Además, no quiere hablar', dicen en la habitación de su hotel. El oráculo de Delfos hablaba por signos. 'Nos une la verdad', dijo en el brindis a Vicente Amigo. Interprétenlo. Amén.
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