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EXPOSICIONES

El Museo Romántico ofrece un paseo por la muerte y el amor en el siglo XIX

Madrid

La pistola con la que el escritor enamorado Mariano José de Larra disparó sobre sí el más mortífero proyectil de la historia de la literatura española puede verse, a partir de hoy, en el Museo Romántico, en la exposición El amor y la muerte en el romanticismo. Las armas forman parte de una muestra de objetos de época, lienzos y muebles ideada por la directora del centro, Begoña Torres.

El montaje ha sido encomendado al arquitecto Ginés Sánchez-Hevia con fondos pertenecientes al museo, señalados bajo luminosas pátinas de tonalidades rojas y negras, en cada uno de los dos ámbitos apenas separados por una pequeña puerta. La exposición recorre la trayectoria de uno de los movimientos literarios más destacados del siglo XIX europeo, que convirtió a España, al mismo tiempo, en sujeto y objeto de su más certera atención.

En las tres salas dedicadas al amor, pintadas de color rojo inglés en tonos terrosos, la percepción por los románticos de la más apasionada de las pulsiones queda singularizada con objetos como los carnés de baile, agendas artesanales en laca, carey o nácar, donde las damas anotaban el turno de sus compañeros de danza. Los cuadros y los dibujos han sido distribuidos en el orden abigarrado en el que quedaban dispuestos en la época para lograr el clima de los salones y gabinetes románticos; de tal manera, narran un relato completo y detallado de aquella época, en la que la razón ilustrada fue violentamente desplazada en el ánimo de los escritores españoles por el sentimiento y la pasión como ejes de la vida y del arte.

Sed de emancipación

De los muros del museo cuelgan los más famosos lienzos de Alenza, dibujos apenas conocidos de Gustavo Adolfo Bécquer y numerosas otras pinturas donde la afección romántica por ruinas y monasterios, por la épica caballeresca, el culto por la muerte y la sed de emancipación de mujeres y hombres románticos se hacen patentes. No faltan ejemplos de aquellas fantasías medievales que los textos de Zorrilla, Espronceda y el duque de Rivas destilaban, ni referencias mórbidas o chocantes al suicidio... Todo un envite a la evocación literaria dentro de un museo netamente madrileño, que en la calle de San Mateo acoge esta muestra hasta el 15 de septiembre, la última que exhibirá la magna galería legada por el marqués de Vega Inclán antes de ser rehabilitada en los próximos dos años.

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