La Amazonia ha sufrido en un año la deforestación de un 15% de su territorio

Según un informe del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil, en un solo año (1999-2000) se ha vuelto a deforestar otro 14,9% del territorio amazónico, considerado el gran pulmón de la humanidad. En dicho periodo, ha desaparecido la vegetación en 17.000 kilómetros cuadrados. Con este nuevo desastre el territorio de la Amazonia destruido hasta ahora ya supera los 589.000 kilómetros.

Mientras se pensaba -y el Gobierno lo había prometido- que la devastación de la Amazonia se había bloqueado o por lo menos reducido en los últimos cinco años, los datos del INPE revelan lo contrario, que no sólo no se ha parado la deforestación sino que ha continuado al mismo ritmo de los años anteriores, es decir a casi un 15% anual.

El documento oficial destaca que durante la actual legislatura del presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, que es uno de los que mayor preocupación ha demostrado en el asunto, se han deforestado 114.925 kilómetros cuadrados de bosque amazónico. Los datos del INPE fueron revelados con los nuevos sistemas de fotografías tomadas por satélites.

El Ejecutivo está preocupado y ya ha anunciado mayor rigor, incluso en las autorizaciones que antes se daban a los pequeños propietarios en la línea de un desarrollo sostenible. El 54% de la deforestación ocurrió en propiedades de entre seis y 100 hectáreas; el 26%, en áreas de 100 a 500 hectáreas y el 24%, de 500 hectáreas en adelante. La secretaria de Coordinación de Amazonia del ministerio de Medio Ambiente, Mary Helena Alegretti, ha criticado la falta de políticas económicas alternativas para evitar que los campesinos tengan que recurrir a la deforestación para poder vivir.

Mientras tanto, sigue sin aprobarse en el Parlamento el nuevo Código Forestal, ya que existe una dura polémica entre quienes defienden que la reserva legal de la Amazonia se mantenga en un 80% y quienes desean reducirla al 50%. En el enfrentamiento entran en juego los intereses del lobby de los terratenientes presentes en el Congreso, que consiguen no pocas veces corromper no sólo los registros de la propiedad sino incluso a funcionarios del Gobierno.