Por la senda de Klaus Kinski y Mastroianni
El tiene sus preferencias. Gael García Bernal sabe que se aprende mirando, que para estudiar cómo se deben reflejar con maestría los comportamientos humanos en una pantalla es necesario sentarse en muchas butacas en penumbra y acudir a muchos gallineros de teatros. Dice que quienes más le han cautivado hasta la fecha son Klaus Kinski y Marcello Mastroianni. 'El primero es mi actor fetiche, cuando me gusta es el que más, y cuando se le puede atacar, sabes perfectamente por qué, te da muchas razones', dice mientras coloca bien el paño negro que se ha puesto en la cabeza para disimular el corte de pelo radical que le han metido para rodar en España Sin noticias de Dios, a las órdenes de Agustín Díaz-Yanes.
Sobre Mastroianni cuenta: 'No creo que exista ningún papel que no haya podido hacer. Pasaba de su faceta de seductor a la de hombre alocado con una naturalidad pasmosa. Ése es su encanto y su secreto: que para él actuar era normal'. Pero no son los únicos. Gael les escoge como favoritos pero también les critica. Demuestra un criterio hondo, alejado de la sacralidad con que muchos jóvenes de su misma profesión observan a los mitos. 'También me gustan Al Pacino y Jack Nicholson, aunque, claro, muchas veces se pasan de la raya'.
Otras de sus grandes referencias son los señores de la escena británica. 'Los ingleses tienen muchos defectos, son muy raros, pero en el teatro son únicos', dice. A ellos debe gran parte de la madera que le han tallado por dentro para dedicarse a su oficio. 'En el teatro es donde realmente se aprende, donde eres actor y dueño de ti mismo desde el principio hasta el final'.
Considera su carrera algo muy serio, alejado de los focos y consagrado al estudio: 'Tengo que prepararme mejor. Debo estudiar. Me pongo tareas a mí mismo, por lo que me pueda encontrar, para estar preparado ante cosas que vayan a ocurrir', dice. ¿Y cómo se prevé eso: 'No sé. Por ejemplo, estudiando algún idioma. Sé inglés muy bien. Me gustaría aprender francés e italiano'.
Con esa actitud no extraña que no tenga miedo a sus retos: 'No, al contrario, me siento bien con el trabajo. Me gusta lo que hago. No estoy aquí para ser famoso. No tengo miedo, precisamente porque trabajo mucho, me tomo las cosas muy en serio', confiesa.
Babelia
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