Castillos, pinos y pueblos blancos

Parece uno de esos castillos de cuento de hadas a punto de servir de escenario para el fragor de alguna batalla medieval. Mandado construir en 1506 por don Pedro Fajardo, primer marqués de Los Vélez, el castillo que hoy sigue custodiando desde lo alto de su cerro las vidas de las gentes de Vélez-Blanco está considerado como una joya del Renacimiento.

Los valores estéticos e históricos de la fortaleza son conocidos internacionalmente. De hecho, el Patio de Honor del castillo, vendido en 1903, permanece expuesto desde hace años en el Museo Metropolitano de Nueva York.

Desde el castillo de los Fajardo, que bien merece una visita tranquila, parte una ruta que, siguiendo una pista forestal, discurre por la umbría del Mahimón, uno de los picos más conocidos del Parque Natural de María-Los Vélez.

Tras pasar la nueva circunlavación de Vélez-Blanco, apenas a un kilómetro del pueblo, hay un camino en dirección oeste que se presenta como el inicio de la ruta. El primer atractivo lo brinda la imagen del castillo con la montaña de La Muela al fondo. Es una magnífica estampa que se puede apreciar desde un mirador natural situado a 1.200 metros de altitud, cerca del inicio de la ruta.

Ascendiendo por la pista forestal, el paisaje va entremezclando repoblaciones de pinos con terrenos agrícolas y matorral. El trayecto lleva hasta el Puerto del Peral que, a 1.412 metros de altitud, constituye la separación entre el Mahimón y la Sierra de María.

Desde ahí, dirigiendo la vista al frente se puede apreciar el conocido como 'pasillo de Chirivel', un valle convertido en lugar de paso natural entre Andalucía y el Levante español.

Después el sinuoso camino polvoriento comenzará a descender hasta morir en María, un pequeño municipio al norte de la provincia que no alcanza los 2.000 habitantes.

El sendero por el que discurre el descenso hasta María está custodiado por una espesa masa de árboles- pinos en su mayoría- que cubren de sombra el trayecto y de rotundo verde el tópico de una provincia donde pesa más la imagen del desierto que la realidad de parques naturales cuajados de vegetación.

Atrás va quedando la cresta de Sierra María, un macizo montañoso de imponentes aristas que miran al cielo. La imagen de esa barrera natural que después se apreciará desde el pueblo, guarda cierta similitud con una ola furiosa que hubiera quedado petrificada en un día de tempestad marina.

La excursión desde Vélez-Blanco hasta María por la umbría del Mahimón- pico de 1.761 metros cuyo nombre algunos atribuyen a una posible presencia del sabio cordobés Maimónides en la zona- se puede realizar en coche.

Pero, eso sí, observando siempre las máximas precauciones ya que el camino, aunque no plantea excesivos problemas, no deja de ser un estrecho sendero pedregoso que obliga al conductor de un turismo a extremar el cuidado al volante.

El coche es, por tanto, una opción viable. Aunque el mejor modo de sacar el máximo provecho a esta ruta es realizarla a pie. El esfuerzo puede suponer el empleo de entre cinco o seis horas.

Tanto Vélez-Blanco como María son dos pequeños pueblos blancos cargados de historia y de edificaciones dignas de ser visitadas con sosiego. Pero, si aun así, el visitante desea conocer algo más existe la posibilidad de empezar con un aperitivo previo al inicio de la ruta. Se trata de la Cueva de los Letreros, ubicada en las proximidades de Vélez-Blanco, poco antes de llegar al pueblo. Es una de las grutas más conocidas de la provincia. No en vano acoge unas originales pinturas rupestres que se han convertido en el símbolo de Almería: el Indalo.