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Pleno empleo

Hace más de medio siglo William H. Beveridge (Full Employment in a Free Society) inventó el concepto de pleno empleo: las mujeres casadas en casa y una tasa de paro a lo sumo del 3%. Hace escasos días, el pasado 8 de mayo, en estas mismas páginas, nuestro conseller de Economía, Hacienda y Empleo, Vicente Rambla, en primicia mundial redefinió el concepto haciéndolo compatible con un 6% de paro, 'que delimita la frontera con el pleno empleo'. ¿Qué profesor, en sus años de estudiante de Económicas, le enseñó eso? ¿De dónde se ha sacado semejante disparate? Hace tres décadas que la ciencia económica no sabe qué hacer con el desempleo y algunos economistas han comenzado a empujar tímidamente la llamada tasa 'natural' de paro (en una época en que hasta los tomates han dejado de serlo) hacia arriba, pero lo del 6% no lo había oído en mi vida.

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A partir de la última postguerra mundial en todos los países industrializados, siguiendo las recomendaciones de la OIT, se comenzaron a hacer encuestas de población activa periódicas que sirven, entre otras cosas, para contabilizar parados y calcular tasas de paro estimado. Estas encuestas, incluyendo la española, tienen que hacer frente a diversas dificultades para cumplir sus objetivos, pero son las únicas que ofrecen datos reconocidos en el plano internacional. Según la última (4º trimestre de 2000) la tasa de paro española está por encima del 13% y la valenciana por encima del 11%. ¿Pleno empleo?

En todos los países desarrollados, además, hay oficinas de empleo que, de acuerdo con sus propios criterios político-administrativos, elaboran periódicamente estadísticas de paro registrado. Como las definiciones que se utilizan en las encuestas -siempre procurando atenerse a las orientaciones de la OIT- son más bien restrictivas, suele ser habitual que el paro registrado en las oficinas de empleo supere al estimado por las encuestas (paro epa). En España ocurre todo lo contrario: en el camino que va del paro epa al paro INEM se pierden cientos de miles (y hasta más de un millón) de parados. De esta magnitud es también la diferencia entre el número de personas sin trabajo inscritas cada mes en las oficinas del INEM y el de parados reconocidos oficialmente por éste, lo que pone al descubierto la inconsistencia del paro registrado y su absoluta falta de credibilidad.

Más aún, la tasa de paro estimado es el cociente entre parados epa y activos epa (ocupados epa más parados epa). La llamada tasa de paro registrado es un guarismo absurdo que se calcula poniendo en el numerador los parados según el INEM y en el denominador los parados epa. Es decir, mezclando churros con merinas. Cuando se lo explico a mis alumnos de Económicas se echan las manos a la cabeza. Señor conseller: ¿quién le ha enseñado a operar de esta manera?

En este país el pleno empleo no ha sido nunca la prioridad de ningún Gobierno. Como ha explicado Wolfgang Merkel, la política económica se ha hecho siempre al dictado de la ortodoxia del Banco de España, que tiene otras preocupaciones, como la deuda de la Generalitat. El nivel de empleo refleja miméticamente las oscilaciones del ciclo económico internacional, y lo que está ocurriendo desde junio de 1995 es exactamente lo mismo que ocurrió durante la segunda mitad de los años ochenta con los socialistas en el poder. Señor conseller: ¿quién es el economista que le ha explicado que 'las políticas llevadas a cabo por el Gobierno valenciano en materia laboral nos han permitido alcanzar niveles de ocupación impensables hace unos años'?

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Desde que entramos en la Unión Europea nuestra tasa de paro (siempre la más alta) suele estar en el doble de la media, la femenina suele duplicar a la masculina y la juvenil triplicar a la adulta; los niveles de precariedad y siniestralidad no tienen parangón. Son problemas que responden en buena medida a factores estructurales, como el atraso histórico en inversión educativa, que comenzó a corregirse moderadamente con los gobiernos socialistas y que vuelve a crecer con los populares.

Son problemas, por tanto, difíciles de resolver ante los que puede fracasar el Gobierno más competente y sensibilizado imaginable, que no es el caso. Son problemas definidos también, sin embargo, por factores modificables a medio plazo, siempre que haya voluntad política de hacerlo. Es el caso de las cargas energéticas y financieras que soportan las empresas en un país cuyo sector eléctrico sigue disfrutando de privilegios monopolistas y cuyo sector bancario es uno de los menos competitivos y más rentables del mundo desarrollado. Es el caso de un sector público que sigue sin atender muchas necesidades sociales.

Señor conseller: si creyéramos lo que Vd. y sus compañeros de Gobierno nos cuentan, la TVV sería un servicio cultural; las listas de espera en Sanidad, pronto sólo un mal recuerdo; el déficit educativo estaría en vías de resolverse y el pleno empleo, según sus peculiares análisis, a la vuelta de la esquina. Deje de hacer brindis al sol y póngase a la faena.

Enric Sanchis es profesor de Sociología de la Universidad de Valencia.

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