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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La respuesta

Políticos, periodistas, analistas de ocasión e insidiosos protagonistas de las más pintorescas variantes de tertúlia borroka que se adosaron al linchamiento del PNV, a propósito, decían, de ETA, se han visto sorprendidos por los resultados electorales y no aciertan a interpretar el cumplido desmentido a sus exabruptos y exageraciones vertidos en un peligroso festival donde ya se estaba celebrando con anticipación no la liquidación de ETA (que es el verdadero enemigo) sino el barrido contundente del nacionalismo vasco gobernante, que llamaban, así como suena, 'ganar la libertad'(¡!).

Suena a indecente que quienes apostaron por la descalificación infamante de los demócratas que además son nacionalistas (y creo que en su ánimo no estaban sólo los vascos; también entre nosotros los valencianos se ha levantado la veda de la descalificación indiscriminada contra el nacionalismo, a pesar de que éste es inocuo y ni siquiera molesta) ahora ensayen cínicamente explicaciones a sus propios y lamentables errores, en las que no se practica ni un ápice de contrición a propósito de argumentos que incitaban directamente a una liberación donde el opresor se identificó irresponsable y temerariamente en el conjunto indiscriminado del nacionalismo vasco. Sería, pues, un buen ejercicio de honestidad política que además de reflexionar seriamente sobre su propuesta prepotente y mendaz de oponer blanco a negro tuviesen el buen gusto de callarse durante una buena temporada. Porque, si bien los resultados del 13-M se han de celebrar como una respuesta compleja y a la vez positiva de desmentido a la confusión que impulsó el tándem PP-PSOE con toda su artillería, no es menos cierto que la desazón que se vive en Euskadi y en España a propósito de la violencia terrorista es, como antes de empezar el acoso al nacionalismo vasco gobernante, la tarea urgente a resolver, y para siempre.

De las diferentes y complementarias respuestas que el complejo mapa del voto vasco arroja hay una que se ha plasmado diáfanamente como objetivo inmediato e inexorable de la inmensa mayoría de ese 80% que fue a votar: que los escoltas asignados a los concejales, diputados y dirigentes de los partidos perseguidos criminalmente por ETA, en Euskadi o fuera de allí, disfruten cuanto antes de un trabajo más cómodo precisamente porque sus clientes de ahora simplemente ya no tengan necesidad de ese desmentido permanente a la libertad y a la vida que es protegerse físicamente del terror.

No hay soluciones milagrosas ni de la noche a la mañana en la política vasca, ni en ninguna otra; por eso, además de administrar la victoria nacionalista con inteligencia, como advirtió Ibarretxe, es menester aplicarse en cuerpo y alma a impedir que se produzca un solo atentado más, conscientes, no obstante, de que los planes del terrorismo derivan directamente de su propia locura, y es difícil e impensable que sólo porque el pueblo vasco haya dado, una vez más, una compleja, abrumadora e inequívoca respuesta de rechazo al terror, se de por aludido.

La mayoría de los vascos, además, ha decidido que sea el nacionalismo demócrata quien lidere el proceso hacia la paz, garantice la integración política y el diálogo y lleve al país hacia el destino que democráticamente se decida. Y eso es lo que ahora y aquí importa.

Vicent.Franch@eresmas.net

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