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Las familias de Barcelona dedican la mitad de sus ingresos a la compra de la vivienda

El precio medio de un piso en la capital catalana se eleva a 44 millones de pesetas

La escalada de los precios sigue imparable -en 1999 ya crecieron el 22%- y empuja a las parejas barcelonesas con rentas medias o bajas a trasladarse a localidades del área metropolitana en busca de precios más asequibles.

Al analizar la evolución de los datos de 2000, el Patronato de la Vivienda destaca que el mercado de la rehabilitación es el más dinámico: las 26.000 viviendas en las que se hizo alguna reforma suponen un 42% de aumento respecto a 1999. La mayoría de estas viviendas rehabilitadas se concentraban en los distritos de Ciutat Vella y el Eixample.

Menos euforia se aprecia en la construcción de viviendas nuevas. Los 4.745 pisos que se pusieron a la venta el año pasado están lejos de las cifras de años anteriores, ya que en 1997, 1998 y 1999 se vendió un promedio de 7.000 viviendas cada año. Pero la cifra de 4.745 pisos que se pusieron a la venta en 2000 sigue siendo muy superior a la de 3.000 o 3.500 pisos anuales que se construían anteriormente, lo que permite afirmar que el ritmo inmobiliario sigue siendo 'muy fuerte', según la evaluación que la economista Carme Trilla hace para el Patronato de la Vivienda.

El mercado tiene ahora más dificultad para vender las viviendas que se construyen, y es así por dos razones: el fuerte incremento de los precios y el elevado número de viviendas que salieron al mercado en años anteriores. Un piso cuesta ahora en Barcelona un promedio de 44 millones de pesetas. El precio actúa como elemento disuasorio y muchos compradores potenciales se abstienen en espera de tiempos mejores.

Sant Andreu y Sant Martí

Por distritos, Sant Andreu es el que acumula mayor número de grúas. Se han visado proyectos para 1.226 viviendas, lo que supone un aumento del 30% . Si a este distrito se suman las viviendas que se construyen en Sant Martí, ambos distritos acaparan el 64% de los inmuebles nuevos que se están levantando en la ciudad. En el otro extremo se sitúa Nou Barris, uno de los que demuestran mayor atonía, tanto en nuevas construcciones como en rehabilitación.

El 2000 volvió a ser un mal año para la vivienda de protección oficial. De las 4.745 nuevas viviendas, sólo 930 tenían algún tipo de protección. Pese a tratarse de una cifra modesta, supera la media catalana, pero sigue siendo 'insatisfactoria' para Barcelona, según el presidente del Patronato Municipal, Eugeni Forradellas, de IC-V.

Eugeni Forradellas constata que la cifra de viviendas que gozan de algún tipo de subvención está lejos de las necesidades de la ciudad y añade que la vivienda 'no es una prioridad ni para la Generalitat ni para la Administración central'. Por ello, precisa, se continúa dedicando poco dinero público y se ha dejado al sector 'casi por completo en manos privadas'.

Lo deseable, en opinión de Forradellas, sería reservar el 30% o el 35% del parque residencial a viviendas sociales. Para el político de Iniciativa, el actual Plan de la Vivienda es inadecuado para la ciudad de Barcelona porque no responde a las necesidades reales de la población. El grado de cumplimiento del plan lo cifró en un 20,5%. El futuro plan debería prever, en su opinión, una política de alquiler de pisos.

La vivienda acostumbra a ser el primer obstáculo al que se enfrentan los inmigrantes para su integración cuando recalan en Barcelona. Tampoco lo tienen nada fácil las familias autóctonas con economías más débiles cuando intentan acceder a un piso, cuyo precio está casi siempre muy alejado de sus posibilidades. Para tender la mano a estas personas, el Patronato de la Vivienda se propone aprobar un plan de choque destinado a atender ese segmento de la población, cuyas rentas quedan muy por debajo de los requisitos establecidos para acceder a una vivienda social.

En la actualidad lo más parecido a un plan de ayuda es el programa de acceso a la vivienda al que se acogen las personas que los servicios municipales de Bienestar Social proponen. Los precios del mercado obligan a las personas sin recursos a hacinarse en pisos que no reúnen las mínimas condiciones e incluso, según aseguró Forradellas, hay particulares que alquilan locales y bajos a los ciudadanos que carecen de otro techo donde cobijarse. El Ayuntamiento intercede ante los propietarios que por algún motivo ponen dificultades a la hora de contratar un piso, intervención que en la mayoría de los casos da buenos resultados.

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