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54º FESTIVAL DE CANNES

'La misión del cine es dar a ver lo invisible'

Isabelle Huppert es la inquietante protagonista de La pianiste, la nueva película del austriaco Michael Haneke basada en una novela de Elfriede Jelinek. Neurótica y masoquista, dictatorial y patética a un tiempo, la heroína del filme es un personaje nuevo dentro de la paleta de Huppert. 'En materia sexual, el cine adopta casi siempre el punto de vista masculino. Los hombres son los que dominan, los que escenifican sus fantasmas, y las mujeres las que se ofrecen en espectáculo. La protagonista de La pianista no acepta esa situación. Quiere mirar, quiere gozar como voyeur, no acepta que sean los demás los que manden. No es una enferma o, mejor dicho, no es una anormal, sino una neurótica masoquista. En su búsqueda del dolor acaba yendo más allá de lo que quería, pero eso tampoco la disgusta. En realidad es una película sobre el control y la pérdida de control'.

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Profesora estricta en el Conservatorio de Viena, asidua clienta de sex-shops y peep-shows, Erika Kohut (Huppert) vive dominada por su madre (Annie Girardot) y por la música. 'La música tiene una cara angelical y otra diabólica. Es la expresión de unos sentimientos sublimes, pero, para llegar a manifestarlos con toda su pureza, hay que pasar un infierno. Erika se automutila, teme a los hombres pero los humilla. Cuando Haneke me hizo llegar el guión, éste era muy claro. Sabía dónde me metía, que habría secuencias que no sería agradable rodarlas, pero tenía toda la confianza en el director. Él sabe muy bien lo que puede mostrarse y lo que no, lo que debe subir a la pantalla y lo que debe quedar fuera de campo', dice Huppert.

El poder de la cámara

Y la actriz añade: 'El cine, el cine que me interesa, quiere darnos a ver lo invisible. La cámara tiene un poder de aumento extraordinario. Los sentimientos se encarnan, se viven. Erika habita en un mundo imaginario, y eso lo vemos en su rostro. Para volver a la música, rodar La pianista me ha obligado a ponerme a estudiar de nuevo, a desoxidar mis dedos. Hacía tiempo que no tocaba el piano y Haneke quería que fuésemos nosotros quienes lo hiciéramos. Tocar Bach otra vez es maravilloso. Y Schubert y Schumann son de una tristeza increíble y abordan los temas de la película, el peligro de perder el control, por ejemplo. Normalmente la música se utiliza para ocultar los defectos narrativos de un filme. En La pianista es un personaje protagonista'.

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