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Reportaje:

El contrapunto del barroco

El jerezano Fernando García Gutiérrez dona su colección de arte oriental a la Academia de Bellas Artes de Sevilla

Margot Molina

El jerezano Fernando García Gutiérrez se embarcó para Japón en 1956, zarpó desde Marsella y tardó 33 días en atracar en Tokio. Tenía 24 años, había ingresado en la Compañía de Jesús y su familia pensó que la despedida era para siempre. A finales de los cincuenta las distancias eran barreras tan insalvables como el aprender japonés. Pero las dificultades hacen que este jesuita, de 72 años, se crezca. La década y media que pasó en Japón le sirvió para convertirse en la mayor autoridad española en arte oriental, reconocimiento que confirmó la publicación de su libro El arte de Japón (1979), dentro de la prestigiosa colección Summa Artis de Espasa-Calpe, una obra que va por la novena edición.

A su larga lista de publicaciones se suma ahora La arquitectura japonesa vista desde Occidente, un lujoso volumen de 260 páginas que acaba de sacar Ediciones Guadalquivir. La obra es la segunda parte de Japón y Occidente, influencias recíprocas en el arte, publicada por la misma editorial sevillana en 1990. Pero el profesor García Gutiérrez no se trajo de Japón sólo teoría. El jesuita ha creado la mejor colección privada de arte oriental que hay en España. Parte de esos objetos se exhiben, hasta el 30 de mayo, en el Museo Arqueológico de Sevilla bajo el título Japón y China: Oriente a través de una colección. Más de 300 obras entre dibujos, esculturas, textiles y orfebrería de los siglos XVI al XIX que el especialista ha donado a la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, donde se expondrán de forma permanente a partir de octubre.

'La economía de recursos, decir mucho con muy pocos medios materiales, es la base del arte y la arquitectura japoneses. El concepto del minimalismo, less is more (menos es más), se puede aplicar a todo el arte oriental. Es justo lo contrario del barroco, en el que, para las personas que no están familiarizadas con este estilo, la profusión de adornos puede ocultar la belleza interior de cada pieza', explica García Gutiérrez, que también es miembro de la Academia de Bellas Artes de Cádiz.

Con la donación de la colección a la academia sevillana, este jesuita, que tiene cuatro licenciaturas y decenas de publicaciones, pretende que la gente se dé cuenta de que 'la belleza no reside en la forma, sino en el significado que ésta pone de manifiesto'.

'Todas las piezas japonesas, menos una tacita que yo compré a un anticuario, han sido regalos. La cultura oriental da mucha importancia al regalo y como mis alumnos conocían mi amor por el arte, siempre buscaban piezas antiguas', comenta.

'Cuando llegué estuve dos años aprendiendo japonés. La verdad es que es una lengua mucho más difícil de lo que la gente se imagina, sobre todo escribirla. A veces tenía que pedir ayuda para corregir los exámenes de mis alumnos japoneses. Pero, aunque parezca de broma, la verdad es que me costaba más entender a los que enseñaba Arte Español y hacían los exámenes en castellano', comenta. García Gutiérrez llegó a Japón para enseñar Arte Español en la Universidad Sophia de Tokio, un centro de la Compañía de Jesús. Del Arte Español pasó a enseñar Arte Oriental.

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A las piezas que ha atesorado durante 40 años, entre las que destaca un frágil dibujo de Katsuhika Hokusai (siglo XVIII), el sacerdote ha sumado la colección que había realizado en la década de los veinte otro jesuita, Moisés Domenzain. Los objetos chinos, sin embargo, llegaron a sus manos por una donación de un coleccionista francés que falleció en Málaga sin herederos y quería dejar sus tesoros en manos de alguien que los apreciara.

Así, las esculturas de piedra, como la cabeza de Bosatsu del siglo XVI, o los delicados animales de jade se quedarán en Andalucía para que los ojos acostumbrados a escudriñar el barroco tengan un contrapunto.

Fernando García, junto a una de las obras que ha donado.
Fernando García, junto a una de las obras que ha donado.ALEJANDRO RUESGA

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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