Ibarretxe, el poeta
El 'lehendakari' y candidato responde 'como si viviera en un sitio donde no se incendian autobuses'
Ibarretxe habló de 'prioridades' o de 'priorizar' en cuatro ocasiones. Mal asunto. Cuando términos tan desapacibles se te enredan en el discurso con una insistencia anormal, es que no controlas ni la lengua que hablas ni la realidad que habitas. De todos modos, cabe preguntarse dónde vive Ibarretxe, pues tras mostrarse orgulloso de unas 'infraestructuras industriales como no hay en Europa', aseguró que las ciudades del País Vasco gozaban de una 'calidad de vida homologable a cualquier capital europea'.
Uno pensaba en problemas sanitarios como el tiro en la nuca; en habilidades financieras como el impuesto revolucionario; o en la insólita demanda de guardaespaldas por parte de señoras de la limpieza, y no daba crédito a lo de la calidad de vida.
Y es que Ibarretxe, quizá para protegernos de una realidad hostil, mezclaba las 'prioridades' y la poesía de un modo algo perturbador. Así, a la pregunta sobre si aceptaría la adopción de niños por parejas homosexuales, dijo que el sexo le parecía importante. 'Y me parece todavía más importante', añadió, 'si lo practicamos con amor. El sexo con amor es probablemente una de las satisfacciones más intensas de los seres humanos'.
Es imposible no estar de acuerdo con una apreciación tan lírica. Pero es imposible no quedarse perplejo también, todo al unísono, como cuando aseguraba que 'en este país no se discrimina a nadie', o que no conocía una televisión pública 'más democrática ni más plural y transparente que la de Euskadi'.
En un momento dado llegó a preguntarse ingenuamente qué era aquello de la violencia callejera (el segundo problema sanitario más grave de Euskadi, tras el tiro en la nuca), como si viviera en un sitio donde no se incendian autobuses con ancianas dentro. Los poetas no son de este mundo.
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