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Columna
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Por cuenta ajena

Una de las consecuencias de escribir los sábados es que te cogen todos los días de reflexión, ya sean reflexiones generales, autonómicas o, como ocurre en este caso, reflexiones por cuenta ajena. Ahora les toca decidir a los vascos, pero nadie negará que todos los demás estamos pendientes de lo que ocurra, votamos a distancia y aunque sólo sea mentalmente. Esta vez, quizá más que nunca, lo que voten otros nos afecta a todos de una manera muy especial.

Al término de la jornada de mañana comenzarán los análisis de resultados, pero también será el momento de opinar, de examinar a fondo todo lo que ha ocurrido durante la campaña electoral. Han ocurrido cosas terribles, cosas que ya no se podrán olvidar, pero también se han dicho muchas otras que merecen un análisis y una opinión con más calma y distanciamiento, algo que hoy todavía no es posible.

Durante las últimas semanas, buena parte de la política española estuvo congelada, con aspecto de foto fija, a la espera, porque casi toda ella se concentraba en las elecciones vascas. Personas, estrategias y también las inteligencias se reunieron en torno a un solo tema. Las razones que justifican este esfuerzo son tan conocidas que no merece la pena enumerarlas aquí. Pero lo que puede ser menos evidente es que, además del análisis de resultados, a partir del día siguiente se producirá una rápida descongelación de la actividad política cotidiana. Y como la energía, incluida la social, ni se crea ni se destruye, sentiremos por todo el país un aumento de la temperatura política, una oleada de calor y de actividad frenética que es conveniente anticipar para no confundirla con vagos efectos primaverales.

El rechazo frontal de toda violencia como instrumento político provocó que una serie de temas sociales se aglutinaran en una única dimensión con dos extremos opuestos. Pero a partir del día después, cada problema exigirá su lugar propio, tomará distancia del conglomerado y hasta pasará cuentas por haber sido confundido con todos los demás. Eso significa el renacimiento de una diversidad de posturas y sensibilidades, pero ahora con fuerzas renovadas por haber transigido temporalmente.

Todo lo cual significa que a partir de este momento, tendremos que afinar nuestros sentidos al completo y poner lo mejor de cada uno de nosotros para salir adelante en este nuevo mundo que nos rodea. La globalización, entendida en sentido exclusivamente económico, tiene sin duda muchos aspectos despreciables. Pero tampoco podemos negar que hoy más que nunca, el vuelo de una mariposa en el País Vasco puede desatar tempestades en el resto de la política general.

La fecha del 13 de mayo está cargada de significados históricos, con asociaciones que incluyen, entre otras muchos, hasta los misterios de Fátima. Ahora hay que añadir las elecciones italianas y las decisiones tomadas por todos los vascos. Ya no nos quedan días de reflexión para nosotros solos, porque ya nunca podemos entendernos en solitario. Mañana deciden los vascos, pero todos deberíamos recordar que hoy en día siempre reflexionamos por cuenta ajena.

jseoane@netaserv.com

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