'Sería un gran error la reproducción clónica humana'
Hans-Jörg Rheinberger dirige el Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia (Berlín). Nacido en Liechtenstein en 1946, dio recientemente en Madrid un seminario en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Biólogo de formación, investigó en el Instituto Max Planck de Genética Molecular sobre la fidelidad de los mecanismos de transmisión de la información genética para hacer proteínas, pero abandonó el laboratorio en 1990 y ahora dirige una unidad de investigación sobre historia y epistemología de la experimentación.
Pregunta. ¿Ha cambiado el concepto del gen en el siglo XX?
Respuesta. Sí, se ha ido desarrollando y ha adoptado un nuevo protagonismo a lo largo de este siglo, desde Mendel hasta el genoma. Ha pasado de ser la unidad portadora de información genética a algo mucho más complejo. Si hoy se le pide una definición precisa de gen a un biólogo molecular pasaría un mal rato, porque la relación lineal entre el material genético de un organismo y sus funciones metabólicas no es tan sencilla.
P. Sin embargo, en el discurso de la genética eso es aparentemente simple.
R. Sí. En los años setenta y ochenta hubo una discusión sobre las técnicas de la ingeniería genética, pero surgió el gigantesco proyecto genoma en los ochenta y noventa que puso en primer plano la perspectiva de poder disponer de cura para las enfermedades de origen genético con sólo conocer la estructura del genoma. Al principio se argumentaba que la terapia génica sería posible en 10 años, pero ha resultado ser un poco más difícil de lo que los científicos habían sugerido.
P. Sin embargo, siempre nos hablan de dentro de 10 años.
R. Eso se debe a que se usan dos lenguajes. Por una parte están los desarrollos científicos complicados en los que las cosas no son sencillas y luego tenemos la tendencia a simplificar de cara al público; dudo de que sea una buena estrategia a largo plazo. Eso conduce a una imagen determinista en la que se tiene un gen para cada cosa, el gen de la obesidad o de la inteligencia, o quizá si la inteligencia es complicada tenemos dos o tres genes para ella. Y esto es lo que se capta por el público y se construye la percepción pública de la ciencia, que ya no refleja lo que está ocurriendo en los laboratorios. Pero creo que el público no es tonto y merece explicaciones más ajustadas a la realidad de las investigaciones.
P. ¿Describir el genoma ha sido un gran paso?
R. Fue un gran paso, pero la forma en que se presentó no es algo que subscribiría. ¿Por qué debe haber una rueda de prensa como la que se hizo por una secuencia que todavía no se había completado? Era la agenda política la que mandaba, no tenía que ver con ningún logro científico en ese momento concreto.
P. ¿Ha habido una decepción porque había menos genes de los esperados?
R. No lo encuentro decepcionante sino fascinante. Lo que eso significa en el nivel genético es que somos más parecidos a los animales de lo previsto, aunque la diferencia salta a la vista, obviamente es enorme. Por lo tanto debe haber algo más que los genes. Ése es el mensaje de esa reducción en el número de genes, que no todo puede ser explicado en términos genéticos.
P. ¿Es la genómica una ciencia del siglo XX y la proteómica del siglo XXI?
R. En cierto sentido, estoy de acuerdo con eso, pero es un asunto que ha sido construido por los propagadores del genoma humano. Los científicos ya sabían que la conexión entre genes y funcionamiento del organismo necesita mucho tiempo y trabajo para ser elucidada. Trasladar ahora el interés de la genómica a la proteómica es un artefacto de la propaganda del genoma humano, porque el desafío siempre ha sido hacer esa transición.
P. Usted cambió el laboratorio por la investigación histórica. ¿Es ahora más relativista?
R. No lo creo. Un científico lo que necesita es cierta confianza en los hechos que trata de establecer. Yo reflexiono sobre lo que pasa en la ciencia, pero no me he vuelto relativista al hacerme historiador, si usted quiere ya lo era en el laboratorio porque era consciente de que nuestro conocimiento estaba cambiando todo el tiempo y de que no podemos estar completamente seguros sobre lo que encontramos en cada momento. En eso consiste la investigación, en cambiar nuestras creencias y establecer unos nuevos paradigmas o pedazos de conocimiento que se pueden superar al día siguiente. Los científicos son conscientes de ello cuando hacen su trabajo y saben que lo que creen hoy puede no ser lo mismo a lo que se llame verdad mañana.
P. ¿No hay verdades científicas estables?
R. No estoy diciendo que no dispongamos de verdades duraderas y estables. Ahí está la tabla periódica de elementos, por ejemplo. Hay muchas cosas en la ciencia que pertenecen a la base de nuestro conocimiento y usamos todos los días y no tienen sentido hacerlas desaparecer, pero tenemos que ser concientes de que los desafíos en la ciencia están en las fronteras y en las fronteras no hay nada seguro. Ésa es la esencia de la investigación y debería explicarse: hacer investigación es un proceso arriesgado en el que se producen errores muy frecuentemente.
P. Hiroshima fue el gran error de la física. ¿Cuál podría ser el gran error de la biología?
R. Creo que sería un gran error la reproducción clónica humana. No hay, de acuerdo con los expertos en ética, un solo argumento por el cual la clonación humana deba ser mala per se, pero yo creo que se trata de una decisión política que tiene que tomar la sociedad, no los científicos.
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