La crisis planea sobre la literatura
Las dificultades económicas y el alto coste del metro cuadrado empañan la Ferial del Libro de Buenos Aires
Todos estaban allí. Las editoriales, los puestos de venta, las pilas de libros, los folletos, los presentadores, los coordinadores, los panelistas, los escritores dispuestos para la firma, algunos invitados especiales y una multitud circulando cada día . Faltaron a la cita invitados especiales como Ray Bradbury y Paulo Coelho, pero se cumplió la programación de los espectáculos para niños, los actos culturales y las jornadas para profesionales. ¿Por qué terminó entonces, el pasado fin de semana, en medio de tanto desánimo, la 27ª edición de la Feria del Libro de Buenos Aires? Es que faltó el dinero y ahora hay que pagar la fiesta. El próximo año ya no se contratará semejante salón de exposiciones como el de la Sociedad Rural y se volverá al galpón municipal. Eso, para empezar.
Al parecer, la ambición desmedida tiene piernas cortas, como la mentira. El salto de un sitio a otro que se inició hace dos años encubría la ambición de vender más. Pero los vientos de la dramática crisis económica entraron como el frío del invierno anticipado por todas las ventanas. El alto coste del metro cuadrado, estimado entre 224 y 443 dólares, que la empresa Ogden de Estados Unidos, concesionaria del centro de exposiciones situado en el barrio de Palermo, al norte de Buenos Aires, cobró a las editoriales subió a su vez el listón del promedio de ventas que se debía alcanzar para pagar los gastos y ganar dinero. Los editores admiten ahora que "se vendió menos que el año pasado" y las cuentas no cierran. Hugo Levín, presidente de la Fundación El Libro, encargada de la organización de la feria, dice que la mayoría de los expositores exige el regreso de la muestra al Centro Municipal de Exposiciones que administra el Gobierno autónomo de Buenos Aires, donde se cobra entre 128 y 380 dólares el metro cuadrado, según la ubicación de los puestos.
La facturación, afirman los portavoces de editoriales como Planeta, "cayó en promedio un 30% porque el público elige los libros más baratos". Este año no había ofertas atractivas ni promociones hasta agotar las existencias. Los precios eran comparables a los de las librerías del centro de la ciudad. El "placer de leer", lema de esta edición, y de disfrutar de alguna nueva novela o de una de las últimas ediciones de autores reconocidos era casi inalcanzable para los bolsillos de la mayoría.
Razones del éxito
Sin embargo, para Levín, organizador y responsable y dueño de la Editorial Galerna, "la feria fue exitosa" por varias razones, entre las que destaca "la entrada gratis los días de semana y el aumento considerable de la cantidad de visitantes, entre un 20% y un 30%, con lo que se llegaría a casi un millón y medio de personas y la participación en los actos y conferencias; hay que considerar que la feria se propone también difundir la lectura y hacer más democráticas las oportunidades de acceso y conocimiento". Según sus cálculos, "se vendió menos que el año pasado, eso es evidente, pero si la entrada no hubiera sido gratis los días de semana, las ventas habrían bajado más". Con todo, por otra parte, no deja de reconocer que "ésta es la más grave crisis que atravesó el libro en los últimos 40 años".
Los responsables de la editorial Tusquets destacaron las jornadas para profesionales y la reunión de editores independientes. Sebastián Noejovich, encargado de prensa, no coincide con Levín en que el aumento de la cantidad de visitantes sea tan importante: "La cantidad de público y las ventas de esta feria fueron ligeramente inferiores a las del año pasado. Los títulos más vendidos de nuestra editorial no han sido otros que los que más se estaban vendiendo en librerías: Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas; Los asesinos sin rostro, de Mankell, y El fin del envejecimiento, de Tom Kirkwood. La feria no deja de tener un valor importante en cuanto a la posibilidad que nos brinda de promocionar nuestro catálogo. Nos parecieron provechosas las jornadas profesionales, en gran medida por los eventos que allí tuvieron lugar, como el que convocó a importantes editores independientes del mundo".
La feria, en su sitio
En declaraciones recogidas por el periódico La Nación, el dueño de la cadena de librerías Prometeo, Raúl Carioli, puso la feria en su sitio: "El puesto me costó 63.000 dólares, las ventas bajaron un 30% por la recesión económica. Esto también sucede en las seis librerías que tengo. Hasta este año se pudo mantener la ficción, pero la triste realidad dominará la fantasía de la clase media argentina. O se reducen los costos o volvemos a hacer la feria en la calle Florida, como ocurrió antes de 1975".
En su balance estrictamente literario, la feria volvió a demostrar que el clásico poema gauchesco Martín Fierro, de José Hernández, resultó nuevamente la obra más consultada. Sus versos -como "hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse, que siempre es bueno tener palenque ande rascarse"- continúan resonando cada vez que en los tribunales se investiga una de las muchas denuncias de corrupción que involucran a líderes políticos. Le siguen los cuentos de Horacio Quiroga. Los diez autores más solicitados fueron Jorge Luis Borges, Ray Bradbury, Horacio Quiroga, John Tolkien, Julio Cortázar, Michel Foucault, Sigmund Freud, Isaac Asimov, Eduardo Galeano y José Hernández.
El premio de la fundación organizadora de la muestra al "mejor libro de creación literaria de 2001" fue compartido por Obra poética, edición de Emecé, del escritor argentino Joaquín Giannuzzi, y Lugar, de Juan José Saer, argentino residente en Francia, editado por Seix Barral.
La ausencia de dos de los escritores más esperados, Paulo Coelho, por razones "imprevistas", y Ray Bradbury, por "graves" motivos de salud, fue compensada con una extraordinaria cantidad y variedad de expositores argentinos y extranjeros, entre los que se destacaron el español Fernando Savater, el economista bengalí Muhammad Yunus, autor de Hacia el fin de la pobreza y creador del "banco para pobres", y la escritora chilena Marcela Serrano, invitada también al estreno de Antigua vida mía, la película dirigida por el argentino Héctor Olivera que protagonizan Cecilia Roth y Ana Belén.
Hábitos de lectura
Los resultados de la encuesta nacional sobre hábitos de lectura que el ministerio de Educación del Gobierno argentino presentó en la Feria del Libro son demoledores: el 53% de los ciudadanos mayores de 18 años no leyó diarios, libros ni otros textos en el último año. Cuando tiene tiempo libre, la mayoría prefiere dedicarlo a la televisión. El ministro, Andrés Delich, admite que "los resultados de la encuesta no describen un panorama ideal, pero hablan a su vez de un país donde la tradición lectora sigue teniendo un peso relevante". El 32% de las personas que no leen dice que "no le interesa"; el 3% reconoce que "no puede comprar libros ni materiales de lectura". La mayoría dice que "los libros son caros".
La encuesta resalta que, entre los jóvenes, "se reconoce con mayor frecuencia el aumento de la lectura". Seis de cada diez lectores de diarios compran el periódico, el resto lee los que le prestan o los que le regalan. Entre quienes leen "algo", el 25% prefiere los diarios; el 2%, las revistas, y el 9%, los libros.
El trabajo de investigación se realizó sobre 2.400 casos en ciudades de todo el país con más de 30.000 habitantes. Siete de cada diez personas que pertenecen a la clase económicamente "baja" no leen "nunca" y seis de cada diez leen "de vez en cuando". Sólo el 8% del total de los consultados dijo mantener una frecuencia de lectura calculada en unos diez libros al año. La proyección de los datos permite afirmar que la mitad de la población tiene menos de 50 libros en sus bibliotecas familiares y el 10% llega casi a los 300 ejemplares. Pero sólo el 5% de los más pobres dispone de libros en su casa.
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