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Elecciones en el País Vasco
Columna
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O algo así

El proceso de 'construcción nacional' que arrancó la primavera de 1998 no se comprende sin la previa demolición de las instancias de consenso establecidas entre el nacionalismo democrático y las fuerzas no nacionalistas del País Vasco. Singularmente, el Pacto de Ajuria Enea, firmado diez años antes. No es casual que en el balance triunfalista que HB hacía a finales de 1999 de su estrategia a partir de 1995 -la línea Oldartzen, que teorizó la llamada 'socialización del sufrimiento'- se vanagloriara de haber cumplido una de sus obsesiones: romper 'la dicotomía demócratas-no demócratas' y situar 'el conflicto' en sus términos 'políticos'.

Por encima del fragor de los intereses electorales inmediatos, está cuajando la necesidad de levantar un nuevo baluarte que permita a las fuerzas que rechazan la violencia hacer frente a las asechanzas criminales y políticas de ETA. Es un empeño arduo, pero no admite demoras. Las tareas prioritarias que, según la encuesta publicada ayer en estas páginas, los ciudadanos de Euskadi encomiendan a su próximo Gobierno no pueden ser más explícitas: 'recomponer el entendimiento entre nacionalistas y no nacionalistas' (54%), 'acabar con ETA y la kale borroka' (50%) y 'garantizar eficazmente la vida y seguridad de todos los vascos' (48%). Significativamente, sólo el 17% de los encuestados pone el énfasis en 'consolidar y aumentar' el autogobierno, cuando la intención de voto al PNV-EA es, según el mismo sondeo, del 39,6%.

Al debilitamiento del Acuerdo de Ajuria Enea contribuyeron muchos, pero su defunción se debió principalmente a que el nacionalismo interiorizó como un fracaso de los demócratas la contumacia de ETA en el terror y optó por buscar su particular vía de apaciguamiento. El deseo de zafarse del corsé del consenso que imponía el pacto y de encontrar un atajo al final de la violencia para poder abordar la superación del Estatuto aceleró su arrinconamiento y traicionó su espíritu. Lizarra supuso el regreso al viejo esquema de entender la violencia como 'la espuma' del 'conflicto vasco' y no como el conflicto por antonomasia. Pocas cosas cuestan más que desandar los pasos errados, pero a partir del 13-M se impone recuperar los mandamientos de Ajuria Enea. O algo así.

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