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Columna
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El Estado

¿Cualquier Estado se funda en un asesinato? La quijada de asno con que Caín mató a su hermano es el símbolo de esta creación política. Un pueblo que quiera convertirse en Estado deberá estar dispuesto primero a saciarse de sangre. El ejemplo estelar se halla en la Biblia. Mientras el pueblo judío fue sólo una nación su genio se constituyó en el fermento de la historia. Atrás quedó Israel con el fiero Dios de la victoria y de la venganza. A lo largo de tres mil años sus múltiples diásporas, como los ríos fecundos cuando se desbordan después de unas periódicas crecidas, sirvieron el limo para que florecieran todas las culturas. En Babilonia este pueblo creó el paraíso terrenal e instituyó las ciencias y las artes en el camino hacia el Este del Edén. En Egipto quedó deslumbrado por el Dios de Akenaton y a partir de esa esencia religiosa elaboró el monoteísmo de Jehová. Diluido de nuevo en el Imperio Romano el pueblo hebreo concertó el misterio agrario de Osiris con la rebelión espartaquista de los esclavos y de esa unión nació la figura de un Redentor cuya patria se fijó en el cielo. El cristianismo fue una herejía del judaísmo. Los gentiles del Imperio Romano comenzaron a ser fecundados por esta nación sin patria que estaba siempre afincada en un solar a extramuros de las ciudades. Los judíos siguieron camino a través de la historia y en cualquier territorio donde su flujo se detuvo, al no tener un lastre político que arrastrar, se sentían libres y dispuestos a absorber la cultura que hallaban y a partir de esa fuente comenzaban a acrecentar su propio carácter nacional. Fueron mercaderes en la Edad Media, buscaron la piedra filosofal, desarrollaron la medicina, fundaron escuelas de pensamiento y cuando llegaron los tiempos de la revolución de las masas redujeron su impulso utópico a doctrina social y después con la ciencia llegaron hasta la intimidad de la bomba atómica. Hay que preguntarse si un pueblo necesita ser sistemáticamente perseguido para que desarrolle su genio o no será más cierta la teoría de que el Estado es el origen de toda violencia. Desde el momento en que el pueblo judío ha conseguido un Estado aquel Dios de Israel ha comenzado a comportarse de nuevo como un verdugo sediento de poder. Bajemos a nuestra realidad cotidiana. Mientras el pueblo vasco ha sido sólo una nación ha fecundado a España. Si quiere ser un Estado ¿deberá llenarla de sangre?

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