'Sólo Spielberg ha sabido interpretar las historietas en el cine'
Cualquiera que visite el hotel Oriente de Barcelona puede encontrar un rastro ambiental de uno llamado Aurora que aparece en No pasarán (Norma Editorial), el último álbum del dibujante Vittorio Giardino (Bolonia, 1946). En este establecimiento hotelero de La Rambla transcurre una historia de espionaje en plena guerra civil española. El protagonista es Max Fridman, un espía a su pesar que vive la convulsión de los años en que Europa no dejó de arder en un gesto de estupida autoinmolación.
Vittorio Giardino ha vuelto a Barcelona, pero esta vez no a buscar documentación, sino como invitado del Salón del Cómic, que hoy se clausura. 'Las aventuras de Max Fridman ocurren en las décadas de los treinta y cuarenta porque son periodos históricos cerrados. Cuando en 1989 cayó el muro de Berlín, el mundo cambió y todas las películas, libros o cómics que se estaban realizando sobre espionaje entre los países bajo la influencia de la ex Unión Soviética y Occidente quedaron obsoletos en 24 horas', cuenta Giardino. Pero esta elección esconde otra razón más personal. 'Me interesan los autores literarios de esa época, como André Malraux, y también los acontecimientos históricos que sucedieron en ella'.
'Estoy preparando nuevas historietas sobre la guerra civil española, una de ellas en el frente del Ebro'
Actualmente Giardino está preparando la continuidad de No pasarán en un segundo álbum que transcurrirá en el frente del Ebro, en poblaciones como Móra d'Ebre. 'Tengo también previsto hacer una tercera parte, que hará que esta historia tenga un total de 200 páginas', dice el dibujante italiano.
Con anterioridad han sido publicados dos títulos más de las aventuras de Max Fridman, Rapsodia húngara y La puerta de Oriente. El personaje creado por Giardino parece pedir a gritos su adaptación cinematográfica, pero el autor no está dispuesto a ello. 'El cine y la historieta son dos lenguajes diferentes. Hugo Pratt se pasó la vida diciendo no a todas las propuestas de llevar a Corto Maltés al cine, porque sabía que nunca podría igualarse a la historieta', asegura. Giardino no quisiera ver convertido a Max Fridman en caricatura de sí mismo. 'Sólo Spielberg ha interpretado bien el cómic en el cine. El arranque de la primera entrega de Indiana Jones está basado en dos historietas realizadas por Carl Barks, el dibujante de las tiras del Pato Donald'. Según el historietista, Barks tenía en su casa un carta enviada por Spielberg cuando era un niño en la que le expresaba la admiración que le inspiraban sus dibujos.
El dibujante y guionista afirma: 'La gran virtud del cómic es también su miseria. Se trata de un medio pobre. Cualquier muchacho puede realizar uno sólo con un lápiz y un papel'. Esta ventaja juega, según Giardino, en contra de él. 'El cine, el rock y el teatro necesitan un gran presupuesto para su creación. Y son campos en los que las ideas se guardan celosamente'. Esta facilidad de generar ideas es la que garantizará el futuro de la historieta. 'Creo que el cómic seguirá existiendo en el siglo XXI, pero las grandes editoriales no se preocuparán por este medio, estarán centradas en el multimedia. Pienso que habrá editoras como las que ahora llaman independientes que apostarán por un público que necesita productos innovadores', dice Giardino, para el cual es tal la importancia del cómic como fuente de ideas que considera que 'la estética de Blade Runner no fue una creación de Ridley Scott, sino del dibujante Moebius'.
El aparente declive del cómic hay que buscarlo en la lógica evolución de los medios de masas. 'El cómic tiene una época dorada en la década de los treinta, porque no había televisión. Para entretenerse, muchos leían historietas, aunque no fueran grandes aficionados. La aparición de nuevos medios hace que parte del público se pase a la novedad, le pasó al teatro con la aparición del cine, pero los auténticos aficionados permanecen, sea en el teatro o en el cómic', afirma Giardino.
Al dibujante y guionista italiano, al que siempre se atribuye la carrera de arquitectura, niega que sea cierto. 'Hay bastantes arquitectos que se han pasado al cómic, pero yo estudié ingeniería electrónica, un campo que no ha dado demasiados dibujantes de cómic, que yo sepa'. Giardino vive de sus historias, aunque reconoce que en Italia no tiene un éxito medianamente aceptable. 'Mi mercado natural es el de los países de habla francesa'. Según los cálculos, la proporción de ventas entre cualquier país y las zonas francófonas es de 1 a 20. Esta apreciación coincide con la realidad de que los países del mundo donde existe más afición al cómic para adultos son Francia y Bélgica. En Estados Unidos le ha sorprendido el éxito de otra de sus séries, la protagonizada por Jonas Fink. 'Se trata de ediciones de pequeña tirada. Son álbumes que se encuentran sólo en librerías especializadas, para consumo de los cuatro aficionados que buscan rarezas europeas', explica. Jonas Fink es un personaje cuyo destino se podría ligar a las ilusiones rotas y al espíritu de lucha que representó la Primavera de Praga.
Vittorio Giardino sólo dibuja cómics y asegura que no es demasiado bueno para trabajar como ilustrador. Lo suyo es explicar historias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.