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Reportaje:

Aulas contra la violencia

Los alumnos ceutíes separados de sus compañeros por su conflictividad relatan su experiencia

La educación en Ceuta vive un momento de violencia en las aulas sin parangón en España. Los 3.500 expedientes disciplinarios abiertos a 400 alumnos sólo en este curso (entre ellos, uno por apuntar con un arma a un profesor y otro por patearle) y las 300 expulsiones de los centros reflejan el problema que atenaza a los cinco institutos ceutíes. Ante esta situación el Ministerio de Educación, responsable educativo en este territorio, ha adoptado la drástica y polémica medida de agrupar en dos aulas a los 15 alumnos más conflictivos de la ciudad autónoma. Una solución que para algunos afectados, como M., de 16 años y dos sanciones muy graves a sus espaldas, se vive sin desagrado: 'En mi clase había otros 32 alumnos y yo no me enteraba de nada. El profesor iba demasiado deprisa así que cuando me aburría, cogía la puerta y me largaba. Casi nunca iba a clase y cuando iba me echaban. La solución que me daban era cambiarme de centro y que me aguantaran otros maestros', afirma M, consciente de su propio pdesfase educativo.

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Su relato es representativo de lo que piensan el resto de sus nuevos compañeros de aula. Todos ellos musulmanes españoles, de entre 14 y 16 años, con graves problemas de lectura y estudio, hasta el punto de que algunos, pese a figurar como estudiantes de tercero de ESO, no saben ni dividir ni leer en español (todos hablan árabe fuera de las aulas).

Ante estos chicos para los que el sistema educativo ha agotado todas sus posibilidades y que desalentados y aburridos, acumulan en sus expedientes múltiples sanciones, expulsiones y faltas disciplinarias por agredir a compañeros o a profesores, la comunidad educativa de Ceuta defiende a capa y espada, aunque no cuenta con un beneplácito unánime, la agrupación en aulas especializadas de adolescentes con graves problemas socioeducativos,

M. pasa ahora cada día cinco horas en estas clases habilitadas por el Ministerio, junto a su compañero I. Ambos proceden del instituto Abyla, donde este curso se han registrado 1.500 sanciones, 147 expedientes y 28 expulsiones. Los dos estaban matriculados en 3º de ESO, un curso al que se llega con 14 años. Pero ellos tienen ya 16, edad límite en la enseñanza obligatoria y al igual que el 40% de la población escolar de Ceuta, pertenecen a la comunidad mulsulmana, donde el fracaso académico se eleva al 30%.

'Lo fácil hubiera sido dejar a estos chicos en sus institutos, y perderlos para siempre', explica María Dolores Cid, asesora de Atención a la Diversidad del Ministerio de Educación en Ceuta. 'Para nosotros y el equipo docente que está con ellos es todo un reto que asumimos', añade.

La segunda oportunidad de estos chicos llegó hace un mes. Desde entonces, los alumnos segregados reciben un trato casi individualizado en las dos aulas de modificación de conducta abiertas en el Instituto Almina. Inmersos en este programa, a los adolescentes se les imparten clases de lenguaje y matemáticas para salvar el acusado retraso académico que tienen respecto a otros jóvenes de su edad, pero también se les dota de técnicas para reforzar su autoestima y se les ayuda a socializarse, 'para aprender a relacionarse con sus semejantes, sus padres y sus profesores, porque apenas tienen habilidades sociales', subraya.

Son chicos que reciben poca motivación en casa para estudiar. 'Yo estaba en el instituto y no sabía dividir tres cifras. Ahora me sorprende hacerlo. No sé cómo he pasado de curso todos estos años', asegura M., que estudió la educación primaria en el colegio Reina Sofía, enclavado en la barriada marginal de Príncipe Alfonso, la zona que registra un nivel más alto de delincuencia y desempleo de Ceuta, y donde se deja pronto de estudiar.

Su compañero I. es uno de los que mejor se ha adaptado a la nueva situación. 'Mis padres me obligaron a venir porque en el instituto ya me habían dicho que me expulsarían otra vez. Mi madre fue a ver a los maestros y les pidió que no me echaran. Le hablaron de estas aulas y aquí estoy. Entiendo que estoy mejor aquí que en la calle'.

El comienzo de este programa llegó con polémica y, de hecho, 'los propios jóvenes se sentían molestos con la repercursión que estaba alcanzando entre la opinión pública, cuando se trata de niños que son absolutamente normales, capaces de desarrollar todas sus habilidades sociales e intelectuales como cualquier otro chaval', aclara el coordinador del programa, Restituto Contreras. 'Les explicamos la situación a los padres, que tuvieron que firmar una autorización', subraya.

Tanto los responsables del proyecto como el director provincial, Pedro Gordillo, rechazan las críticas de segregación o marginación. 'Nada más lejos de la realidad. Reciben una atención individual. Se analiza caso por caso y se les hace un proyecto educativo casi a medida', añade Cid.

Para Gordillo, se ha 'magnificado' el tema. 'No son aulas exclusivas para alumnos indisciplinados o violentos, sino que se trata de un programa de adaptación curricular para niños que tienen demasiado desfase en su nivel educativo. Hay algunos que llegan a 2º y 3º de ESO con dificultades en lectoescritura'. Para Gordillo, ese fracaso y la inadaptación al medio educativo generan la semilla de la violencia escolar.

Profesores amenazados

'Me apuntaron con una pistola y delante de unos 40 alumnos me dijeron: 'profesor, pum, pum'', explica un profesor. Numerosos docentes de Ceuta están familiarizados con los escupitajos, las pedradas, los abollones en sus coches. Asegurar saber lo que es el miedo que les lleva a salir a menudo por la puerta de atrás del instituto. La situación escolar en Ceuta no es fácil. El sentir de los 800 profesores que componen la plantilla que el MEC tiene distribuidos en los 21 centros públicos de primaria y secundaria de la ciudad autónoma es unánime: en Ceuta es muy difícil dar clase. Las agresiones, físicas o verbales son denunciadas casi a diario por los sindicatos del sector. Y aunque en el último año han sido agredidos dos jefes de estudios, los ordenanzas y profesores siguen sufriendo esta situación en absoluto silencio, ya que la Administración es reacia a reconocer el problema y la comunidad educativa prefiere que los trapos sucios se laven en casa. Con una población de 75.000 habitantes, Ceuta tiene sólo cinco institutos de educación secundaria (4.000 alumnos), que se encuentran altamente saturados y con una proporción de alumnos por profesor muy elevadas. Esta falta de espacio es una de las razones por las que el 87% de los colegios de primaria sigue impartiendo los dos primeros cursos de la ESO, a pesar de que la ley exige que la secundaria se limite a los institutos. Pero para entender la conflictividad de las aulas ceutíes hay que tener en cuenta determinados factores como el biligüismo de una parte de la población escolar, que suele hablar castellano sólo en la escuela y los problemas socioculturales que derivan en absentismo, desmotivación y fracaso prematuro. Según la Junta de Personal Docente, 'la escuela no tiene medios para luchar contra esto ni para atender una población escolar tan desmotivada'. Una de las principales peticiones del colectivo docente es un aislamiento de los institutos de su 'hostil' entorno, algo que en la actualidad sólo puede conseguirse con protección policial, ya que las inmediaciones de los centros son utilizadas como puntos de venta de droga. Pero los docentes piden más. La apertura de las dos aulas de modificación de conducta que permitan una escolarización adecuada a los alumnos especialmente conflictivos, es sólo una de las demandas. También reivindican más programas de Garantía Social y de Educación Compensatoria, ampliación de plantillas de ordenanzas, cuidadores y la creación de plazas de asistentes sociales.

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