Espeleólogos adolescentes
Nueve jóvenes de Basauri descubren cada fin de semana rutas por las cuevas vascas de la mano de un monitor
Sus carnés de la federación española de espeleología demuestra que tienen entre 14 y 17 años. Pero si otros jóvenes de su misma edad sueñan con baiular en la discoteca, ellos encienden la llama del carburero del casco y se abren camino entre los paisajes maravillosos de las grutas vascas. Son nueve adolescentes -cinco chicos y cuatro chicas- que forman parte de la sección juvenil de espeleo del club de montaña Zutarri, de Basauri y, cada fin de semana, parten en compañía de su monitor, Pedro Torres, para conocer una nueva cavidad.
En dos años, han visitado una decena de cuevas del País Vasco y han dejado su huella en la historia de este disciplina: en la sierra de Aramotz, en la comarca del Duranguesado, descubrieron el pasado año dos simas que hasta entonces no habían sido exploradas.
La federación española impide que los menores de edad permanezcan en el subsuelo sin la vigilancia de un adulto. Los jóvenes de Basauri tienen suerte. De forma altruista, Pedro les prepara para bajar a las grutas de menos complejidad técnica. 'Cuatro de estos chavales están en el grupo desde el principio. Aquí les orientas al monte: que tiren a lo más sano, y luego que cada uno que haga lo que quiera ', explica este espeleólogo de 31 años, acreditado por la federación española para enseñar esta disciplina.
Dos veces por semana, los deportistas se reúnen en la sede del club. Pedro les familiariza con el equipo, les enseña conceptos teóricos y les invita a realizar ejercicios prácticos con cuerdas suspendidas en el techo. Las clases van más allá de los propios conocimientos básicos. Su monitor les inculca habilidades tan distintas como orientarse en una gruta, cocinar unas alubias en la montaña o recoger en un informe su experiencia en la cueva. Y pone especial cuidado en que respeten el monte. 'Tienen que limpiar todo lo que manchan', asegura.
A sus 17 años, Eneko Pascual es uno de los espeleólogos más veteranos del grupo. Este estudiante de cuarto de ESO decidió formar parte del club atraído por la idea de practicar un deporte de riesgo, aunque dos años después piensa que explorar las galerías subterráneas apenas entraña peligro y 'permite olvidarte de todo'. En este tiempo, Eneko ha caminado junto a la cascada de agua que esconde la cueva de Gingia, en el Gorbea, ha recorrido las galerías de la caverna de Paules de Orduña y se ha maravillado ante las estalactitas de la cueva de El Sueño, en el monte Pagasarri.
En Euskadi hay unos 200 federados en espeleología, pero no existen escuelas donde estudiarla, por lo que su aprendizaje exige la inscripción en una de las 13 agrupaciones de espeleólogos vascas, sin la posibilidad de asistir a clases previas.
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