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Reportaje:

Algemesí reconoce su deuda con Joan Girbés

El municipio declara hijo predilecto a su primer alcalde democrático, referente cívico y valencianista

Pasado el mediodía de hoy el pleno del Ayuntamiento de Algemesí nombrará, a título póstumo, hijo predilecto al primer alcalde democrático de la ciudad, Joan Girbés. El expediente se inició el 17 de septiembre de 1998, tras el fallecimiento del edil nacionalista y progresista el día anterior. Pero, al oponerse el PP se pospuso y se modificó el reglamento de honores, que exigía la unanimidad, a fin de poder otorgar la distinción por mayoría absoluta. Sin embargo, la derecha local ha cambiado su postura y, dos años y medio después de la prematura muerte de Girbés, el reconocimiento se produce bajo el signo de la concordia de las fuerzas políticas. Previamente, se habrá rotulado con su nombre el polideportivo municipal y, después del acto institucional, se descubrirá un busto en el que fue su domicilio.

Con la declaración de hijo predilecto del que fuera alcalde desde 1979 a 1987 el Ayuntamiento agradece 'una fe ciega en la justicia social y una concepción avanzada a la hora de proporcionar servicios a los ciudadanos, que convirtieron el periodo inicial de la democracia en Algemesí en un tiempo que se recordará como el momento en que la ciudad entró en la modernidad, lejos de las tensiones propias de una sociedad no educada en la democracia'. Su acción mejoró la calidad de vida de las personas y trabajó en la promoción de la solidaridad, la convivencia y la tolerancia; fue firme su defensa de la cultura y la lengua del País Valenciano y su 'carácter altruista que lo llevó a apoyar decididamente a los desfavorecidos'.

Una extraordinaria trayectoria de entrega y generosidad que Joan Girbés coronó con un testamento, reflejo de su personalidad, consecuente con su biografía y con un absoluto desprendimiento, insólito en los tiempos que corren. El documento, al que ha tenido acceso EL PAÍS, redactado en valenciano, lo dictó y firmó en Lleida, en un romántico acto de afirmación de los orígenes de los valencianos y de la unidad lingüística y cultural, el 7 de agosto de 1997, trece meses antes de morir. En él, tras exponer que no posee descendientes y que profesa la religión católica, reparte, de forma metódica y pormenorizada como buen jurista, en 19 legados sus cuentas bancarias, una veintena de casas y solares en Algemesí, Valencia y Andorra y unas 200 hanegadas de naranjales en los términos de su ciudad y los de Alzira y Albalat de la Ribera. Una fortuna difícil de calcular por la reserva y discreción de los albaceas y herederos, pero, sin duda, superior a los 500 millones de pesetas. Los agraciados han sido sus trabajadores y colaboradores, familiares lejanos, amigos, concejales de su grupo y congregaciones religiosas para obras de caridad y asistencia en el tercer mundo.

Joan Girbés, nacido el 2 de marzo de 1934, no tuvo hermanos y se convirtió en heredero de uno de los mayores patrimonios de Algemesí. Compaginó la pulcra administración del patrimonio familiar con el ejercicio apasionado de la abogacía. Sus paisanos le pusieron el mote de advocat dels pobres, por ayudar directamente a todo necesitado que se le acercaba: estudios costeados, préstamos sin devolución, deudas condonadas; incluso costeó la construcción de una guardería y a avaló con su fortuna al Ayuntamiento.

Simpatizante del PNPV y después de la UPV, con su candidatura de Independents per Algemesí de progresistas y nacionalistas ganó las primeras elecciones democráticas y logró una espectacular representación de 21 concejales en las siguientes. Su talante lo convirtió en una víctima de la llamada batalla de Valencia. Pacífico y conciliador, fue sometido a duros ataques personales, alentados por la UCD, y tolerados por los demás partidos, con atentados, pintadas, estragos, insultos y calumnias, aún impunes. Pero Algemesí pasó a ser un referente y la figura de Joan Girbés a agigantarse con el tiempo. Los disgustos minaron su salud y a los 64 años un cáncer le provocó la muerte. Un fallecimiento que provocó un impresionante y caluroso entierro multitudinario.

Joan Girbés, en 1986.
Joan Girbés, en 1986.JORDI VICENT
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