Hospital de El Escorial
Cuando me confirmaron la necesidad de operarme con una amigdalectomía en el hospital de El Escorial confieso que se me pusieron los pelos como escarpias. Eran tantas las historias de terror que había escuchado sobre aquel centro que tuve que suplicarle a mi médico que no me enviase al infierno de cabeza. Ante su negativa, me resigné y decidí esperar el momento de la llamada puliendo mis escasos redaños y asumiendo el destino.
Las visitas previas que realicé para las pruebas de la operación no hicieron más que incrementar mi terror: colas, escasez de personal, desbordamiento generalizado, falta de medios... Un auténtico desastre (un hospital que cubre las necesidades de población de más de 100.000 personas, que dispone de 70 camas y no tiene ni UVI ni servicios de urgencia en muchas especialidaes). Pasó el tiempo ( siete meses desde que me diagnosticaron) y finalmente fui intervenido. El motivo de esta carta no es otro que el de agradecer a todo el personal su dedicación y profesionalidad: celadores, auxiliares y enfermeras y especialmente al equipo de otorrinos del centro.