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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

En torno a Barea

A raíz de la publicación del libro España entre la reforma y la revolución. 1931-1939, de Gabriel Jackson (Leviatán, número 16), señalé algunos errores sobre la vida de Barea en el texto elegido de La llama, episodio del pueblo de Novés, que era el menos autobiográfico.

En EL PAÍS del 19 de abril, Jackson vuelve a caer en algunas irregularidades sobre la vida de Barea: 'Su tío adinerado' no le pagó los estudios en un colegio católico privado, los curas lo tenían como becado, pues era un alumno que daba lustre al colegio, junto con otros dos compañeros, que, al no ser ni ricos ni pobres, estaban desclasados y no tenían filas donde formar, como señala Marra-López en su Narrativa fuera de España. 1939-1961. Barea estuvo siempre en el escalón intermedio; en Marruecos no fue ni soldado ni oficial, sino sargento, hecho que se repetiría en sus trabajos posteriores. No hay constancia de que Barea se afiliara al PSOE, sí a la UGT, pero no durante la República, sino en la monarquía. En el sindicato de la banca no debió distinguirse mucho, pues Amaro del Rosal, su presidente, en una entrevista que le hice en la Fundación Pablo Iglesias, me dijo haberlo conocido en París, ya en el exilio. Curiosamente, como otros tantos exiliados, Del Rosal no había leído La forja de un rebelde.

Según otras entrevistas que realicé con personas del entorno de Barea, durante la República no tuvo actividad política ni contactos con los socialistas del pueblo de Novés cuyo alcalde, Mariano Díaz, era del PSOE, y estos socialistas me dijeron años más tarde que allí se le conocía por el apodo de 'el muñequero', por la pequeña industria artesanal que había montado en las afueras del pueblo. (Vide: El centro de la pista).

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Es curioso que en su autobiografía-novelada Barea no señale un hecho tan importante para un afiliado socialista como fue la muerte de Pablo Iglesias. El estallido de la guerra le hizo comprometerse definitivamente con la causa republicana. Como censor de prensa tuvo ocasión de salvar la vida a más de una persona trasladándoles con su coche a Valencia.

Coincido con Jackson en el gran valor de la obra Barea, que desgraciadamente no es tan popular como otros escritores de la época a pesar de la serie que realizó TVE. Agradezco también al profesor Jackson el rato agradable que me hizo pasar con su libro: Historia de un historiador.-

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