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Columna
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Repudiar a Berlusconi

El presidente José María Aznar, que sin duda no nos merecemos, tiene pendiente una explicación que darnos acerca del por qué ha forjado esa unidad de destino con Silvio Berlusconi, fundador y presidente de Forza Italia y candidato por la Casa de las Libertades a la presidencia del Gobierno italiano en las elecciones generales del domingo 13 de mayo. Queremos saber qué ha descubierto Aznar en Berlusconi para haber tomado su causa como propia, para haber luchado hasta lograr la incorporación de Forza Italia al Partido Popular Europeo, pese a la frontal oposición de las formaciones democristianas de Bélgica y Luxemburgo y a las reticencias de las de otros países de la UE, para haberle recibido una y otra vez en Moncloa, para haberle invitado a un mitin de las juventudes del PP, llamadas Nuevas Generaciones, en Bilbao en lo que constituyó un claro intento de corrupción de menores dada la tierna edad de los convocados y la impropia catadura de Il Cavaliere y de sus aliados: los separatistas de la Liga Norte, de Bossi; los fascistas reciclados de Fini; y el partido de extrema derecha Fiamma Tricolore de Pino Rauti con el que Berlusconi tiene acuerdos en Sicilia.

Necesitamos saber por qué Aznar parece haber brindado protección a Silvio Berlusconi paralizando durante meses y meses la tramitación del suplicatorio pedido por el Juzgado de la Audiencia Nacional a través del Tribunal Supremo al Parlamento Europeo como trámite previo a su procesamiento por las gravísimas irregularidades llevadas a cabo por Fininvest, la empresa presidida por Berlusconi, en Tele 5. Seguimos sin saber por qué el expediente de ese suplicatorio remitido por el gabinete de la presidenta del Parlamento Europeo para una consulta de procedimiento ha dormido en la Reper, Representación Permanente en Bruselas, desde el mes de agosto de 2000 hasta marzo de 2001 y por qué una vez reencontrado, en lugar de recuperar el tiempo perdido Aznar decide algo tan innecesario como solicitar al Consejo de Estado que se pronuncie sobre cuál debería ser el procedimiento idóneo a seguir para una solicitud de suplicatorio ante la Cámara de Estrasburgo.

Entre tanto, produce asombro que el secretario general del PPE, un tal Alejandro Agaj, hombre de mano de Aznar en Estrasburgo y Bruselas, saliera al paso de The Economist diciendo que pretendía influir en los comicios italianos. Resulta del mismo modo grotesco que a raíz del dossier del semanario británico un diario español de claras afinidades gubernamentales titulara el domingo El Partido Popular Europeo denuncia una campaña izquierdista contra Berlusconi. ¿De verdad alguien piensa que el artículo y el editorial de The Economist 'es una nueva demostración de que existe una campaña de la izquierda europea para influir en las elecciones italianas del 13 de mayo?' ¿Es que volvemos decididamente a las teorías del complot internacional y de la conspiración judeo-masónico-bolchevique, en este caso contra Italia? ¿Qué autoridad tiene el tal Agaj para explicar a la agencia Ansa que la violencia del ataque de The Economist a Berlusconi obedece al presentimiento de que ganará?. ¿A cuento de qué Agaj la emprende contra el semanario de la City y califica su información de 'una brutal injerencia, un artículo sorprendente, fundado en una serie de informaciones sin ninguna prueba?' Por suerte, concluye nuestro esforzado Agaj, 'los ciudadanos italianos son quienes deciden quién puede o quién no puede gobernar. Y no un semanario británico'. Pero la prensa italiana responsable se ha abstenido de morder el anzuelo del honor nacional maltrecho. Por ejemplo, el director del periódico La Repubblica, Ezio Mauro, escribe que de parte Dal Cavalieri sólo se escucha un silenzio assordante. Ezio Mauro nos previene de que el afán de Berlusconi es la toma del poder ni la conquista de la mayoría parlamentaria en una legislatura y advierte de que en el esquema de Il Cavaliere con la toma del poder todas las acusaciones que padece se evaporarán tras ser 'ungido'. Las evidencias son tales que ayer el indudable diario El Mundo aconsejaba a Aznar, valedor de Berlusconi en la UE, que tomara nota y se distanciara de las conductas de Il Cavaliere, que lo reprobara. Mientras, aportaba pruebas de lo que todos supimos en su día: que se habían desviado miles de millones desde Tele 5 a empresas de Berlusconi, lo que hizo caer en picado las cuentas del canal español en tanto que aumentaban los beneficios de Fininvest. Y aquí el presidente de Tele 5, Alejandro Echeverría, descansando en la Costa del Sol.

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