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Reportaje:

Recol Networks da una vuelta de tuerca para volver al principio

La empresa de servicios tecnológicos de los colegios profesionales intenta superar un año de crisis con un nuevo plan de negocio y un consejo con caras conocidas

Amaya Iríbar

La idea parecía perfecta. Una empresa de Internet que nacía con miles de clientes y que estaba en manos de quienes mejor podían conocerlos. A pesar de ello, Recol Networks, la compañía creada por la Fundación Red de Colegios Profesionales y Alkhaid Technologies para dar servicios a través de Internet a estas entidades y a sus asociados, ha tenido un año movido, ha rozado el desastre y hoy, con la imagen maltrecha y apenas un duro en la caja, intenta sobrevivir, aparcando el sueño internacional y con un plan estricto de adegalzamiento.

El viernes, una crispada junta extraordinaria de accionistas intentaba abrir una nueva etapa de la compañía. Lo hizo a trancas y barrancas. Tres horas tardaron los inversores -el capital representado ascendía al 65%- en aprobar un único punto en el orden del día: la elección de un nuevo consejo de administración que sustituyera al que se había quedado reducido a la mínima expresión tras las dimisiones sucesivas de 8 de los 11 consejeros por diferencias en la gestión. Es la última etapa de una crisis que se abrió en noviembre del año pasado, cuando los responsables de la empresa advirtieron que apenas había dinero para pagar las nóminas de sus 130 empleados, explica el presidente ejecutivo de Recol desde diciembre y presidente de la fundación, Carlos de Andrés.

En 2000, la empresa sólo ingresó 28 millones de pesetas, pero gastó más de 3.200 millones

Y eso que apenas habían pasado unos meses desde que la sociedad, que se constituyó en 1999, ampliara su capital con la ayuda de una oferta pública de suscripción dirigida a los colegios profesionales y sus asociados. Entraron 7.576 inversores, que pagaron sus acciones a seis euros, y la empresa recogió unos 29 millones de euros (algo menos de 5.000 millones de pesetas). Apenas facturaba. Sus ingresos del año 2000 rondaron los 28 millones de pesetas y los gastos superaban los 3.266 millones de pesetas -sobre todo en publicidad-, según las cuentas de Recol, que están siendo auditadas. Descartada la salida a Bolsa por el castigo que los mercados ejercían sobre cualquier empresa que oliera a Internet, y ante la incapacidad de encontrar un socio financiero, aparecieron las divisiones sobre el camino a seguir. Y las dimisiones en cadena, la primera de ellas del consejero Manuel de la Rica, al advertir 'indicios de irregularidades muy graves' y no recibir explicaciones.

Nadie quiere asumir la responsabilidad sobre esas cifras. Ni los actuales gestores -con el presidente ejecutivo y presidente de la fundación, Carlos de Andrés Ruiz, a la cabeza - ni los que les piden explicaciones en los juzgados por los supuestos delitos de 'estafa, apropiación indebida, maquinación para alterar el precio de las cosas, falsedad en documento mercantil y administración fraudulenta', entre los que se encuentra de la Rica y otros siete antiguos directivos o consejeros de Recol, incluido el director general, Javier Baviano.

El enfrentamiento, que se revivió el viernes, se resolverá en los tribunales, pero la empresa no puede esperar. La fundación ha tomado el mando, con el apoyo de Alkhaid -cuyo directivo Ignacio Ozcáriz era consejero ejecutivo de Recol- y el Colegio de Ingenieros de Canales, Caminos y Puertos, al frente del cual está el empresario Juan Miguel Villar-Mir. Los tres se han asegurado un puesto en el consejo.

De Andrés lleva reorganizando la compañía desde diciembre. El ajuste ha sido muy duro. La plantilla española se ha reducido a la mitad y se ha impuesto una 'economía de guerra', en palabras de De Andrés. La empresa ha vendido el único activo relevante -un edificio en Las Matas, a las afueras de Madrid- por el que ha ingresado 1.100 millones de pesetas, lo que le ha generado unas plusvalías de unos 100 millones; ha cerrado las filiales de Argentina y México y ha reducido la previsión de gasto para este año a 910 millones de pesetas con el objetivo principal de sobrevivir. Con esto, la viabilidad de la empresa está asegurada hasta 2002, dicen.

Además, la compañía ha alcanzado un acuerdo con Airtel y apuesta por subcontratar los contenidos de www.recol.es. De paso, intentarán volver al planteamiento inicial: dar servicios especializados a colegios y colegiados, desde el desarrollo de una página web hasta asesoría, y cobrar por ello. Entre los servicios detallados en el nuevo plan de negocio, que aún no aparece en la página web de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, se contempla la entrada de nuevos ingresos con servicios como la celebración de congresos virtuales, asesoría jurídico-fiscal, formación on line o la posibilidad de ofrecer productos comerciales, como un crédito, en condiciones ventajosas. El otro canal para recibir ingresos es la publicidad, si bien con previsiones modestas, 12,5 millones en el último trimestre del año.

El activo de la compañía sigue estando en su comunidad virtual: casi 900 colegios y organizaciones profesionales asociados, que tienen una base de casi un millón de colegiados. Si todo sale según los planes de los nuevos gestores, este año aún arrastrará pérdidas, pero alcanzará el equilibrio el que viene. El escollo es que sobre la mesa del actual consejo está no sólo una empresa con problemas de financiación, sino también para ganarse de nuevo la credibilidad de parte de sus accionistas -'doy por perdido el millón de pesetas que invertí', se podía oír a uno de ellos en un receso el viernes-, que dudan de la buena fe de sus gestores y se sienten estafados. Además pueden aparecer fricciones con uno de los inversores importantes, la empresa de capital riesgo Catalana d'Iniciatives, que a pesar de contar con más del 16% del capital de la sociedad se ha quedado sin asiento en el consejo por un defecto formal: no comunicar con cinco días de antelación su deseo de tener un consejero. Su director, Joan Alsina, que asistió a la junta extraordinaria pero no quiso comentar el percance. La pérdida de credibilidad de la compañía puede verse reforzada si la demanda contra algunos de sus responsables sigue adelante. Algunas de estas dudas se resolverán en junio, cuando se celebre la junta ordinaria en la que se verán las cuentas.

Adiós al sueño americano

El pasado jueves almorzaban en Buenos Aires algunos de los responsables de la filial Argentina de la compañía. Hacía un año que habían empezado a trabajar en el proyecto y éste ya se ha extinguido. Y no porque no crean en él. Todos los implicados en la crisis consideran el proyecto magnífico, si bien critican la gestión. Lo mismo ha ocurrido con la otra pata internacional de la compañía en México. Recol Networks nació con vocación internacional, que quedo sancionada en el plan de negocio que se incorporó en la Oferta Pública de Suscripción, pero ésta sólo duró unos meses: de octubre a enero. La muerte de estas dos filiales, controladas al 99,98% por la matriz española y que dan empleo a casi 100 trabajadores, ha sido muy rápida. En el caso de Argentina empezaron a tener problemas en las remesas enviadas desde España, desde que estalló la crisis. Los directivos argentinos de la compañía, Jorge de Torres y Luis Varese, se han revuelto contra la decisión de cortarles el grifo, reclamando una y otra vez la liquidación ordenada de la empresa, sin descartar acciones jurídicas 'para proteger los intereses del personal dependiente de esta empresa' , que tienen pendiente cobrar los sueldos desde diciembre. Ese mismo mes dejó de operar su hermana mexicana, explica su director, Adrián Escofet. En sus oficinas aún quedan unos 15 trabajadores -llegaron a ser 52-, que no cobran desde hace tres meses. 'Una quiebra no es: cierro los ojos y me doy la vuelta', se queja Escofet, quien asegura que las indemnizaciones han sido ridículas. En España dan el tema por cerrado.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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