'La alta costura es un sueño que no se puede hacer pensando en la realidad'
P. En la anorexia influye mucho la moda.R. Todo el mundo se podía poner la ropa de los ochenta, pero la de ahora es superapretada
Juan Andrés Mompó, 54 años, soltero, su taller El huevo de oro es, en Valencia, sinónimo de alta costura.
Pregunta. ¿Todos sus modelos son exclusivos?
Respuesta. No, alta costura quiere decir que se crea con una libertad que no se da en el prêt-à-porter: se exageran los volúmenes, se piensa más en el efecto del vestido y se conciben pensando en unos eventos que los tienes más en la cabeza que luego se dan en realidad.
P. En fin, que usted sueña la vida de las clientas.
R. Tu creas para unas fiestas maravillosas, fabulosas y luego, cuando vas a alguna, te das cuenta de que no es así, pero si hicieras vestidos para la realidad dejaría de ser alta costura.
P. ¿Y de dónde le viene esa vida soñada?
R. Me viene del cine. Y también porque en casa comprábamos el Elle que a finales de los años cincuenta y durante los sesenta era una cosa era muy deslumbrante. Yo estudiaba francés y mi cabeza estaba en aquel París, no en Valencia.
P. ¿La clave de un vestido sigue estando en el encaje de los hombros?
R. Sí, desde luego, pero eso estaba más vigente antes cuando la alta costura salía a la calle. Hoy se trabaja sólo para la noche y las bodas y como muchos vestidos se hacen sin mangas, ya no tiene tanta importancia.
P. ¿Y se sigue haciendo lo de bajar el talle por detrás para evitar los traseros respingones?
R. Toda la gente de mi generación tiene una herencia de Balenciaga. No es que lo hagamos como él, sino que creó unas pautas que son las que seguimos y los talles siempre los descendemos por detrás; también las orillas que son más largas en la parte de detrás que en la de delante, porque si una falda, sobre todo si es ancha y lleva el talle cortado en su sitio, pues es un traje como de muñeca y de la otra forma, en cambio, tiene una ciencia, es mucho más bonito.
P. Cocó Chanel decía que la belleza dura y lo bonito pasa.
R. Sí, y la moda está destinada a desaparecer, a pasar.
P. Claro, necesariamente es efímera.
R. Sí, pero luego hay un clasicismo.
P. Ahora Adolfo Domínguez dice que lo clásico es vanguardia.
R. No sé, hasta unos trajes de Balenciaga hoy en día están pasados. A lo mejor es que no se puede considerar el oficio de crear vestidos como un arte.
P. Es artesanía.
R. Sí, porque ese fenómeno no pasa en la pintura.
P. ¿Y qué me dice de la poesía costurera, de toda esa jerigonza que se puede escribir de una colección?
R. Cierto, se escriben muchas tonterías sobre simples trajes de confección.
P. El próximo otoño París volverá a imponer el negro ¿no hay una sobredosis?
R. Lo que parece que vuelva es el traje negro para vestir. Había exceso de negro a todas horas incluso para la mañana. Pero el pequeño traje negro para ir a una cena del que hablaba Chanel ha desaparecido, la gente va a una cena como quiere. La moda ha perdido mucho misterio y mucha gracia porque se ha convertido en un negocio increíble. Lo que te hacía soñar en los años cincuenta y sesenta era aquel mundo inaccesible de cuatro que llevaban unos trajes maravillosos.
P. Pero ahora está al alcance de más gente.
R. Sí, para bien de una mayoría y para mal de una minoría. Porque la gente ya no ha vuelto a vestir bien. La gente lleva unos trajes de confección muy fáciles de hacer y que se pueden producir a bajo precio. La alta confección que se vende es la de los italianos, que tendrías que tener un cuerpo muy especial para llevarlos. Presentan vestidos de medio millón de pesetas con cuerpos de 21 años y eso es un contrasentido. Se basan en modas muy callejeras. Versace, parece alta costura para putas, o lo de John Galliano, tan agresivo... de acuerdo, el mundo cambia, pero ¿hasta qué punto los burgueses no estamos ya suficientemente epatados?
P. En la anorexia influye mucho la moda.
R. Hay mujeres que a partir de los cuarenta ya no encuentran donde vestirse, porque no hay tallas. En los ochenta la moda eran unas hombreras y luego los trajes caían como en túnica y eso era fenomenal porque todo el mundo se lo podía poner. Ahora en los noventa y los 2000 es todo superapretado, y claro, o tienes ese cuerpo o no te cae bien. Me parece horrible y el mundo de las modelos también, lo que está pasando con las chicas jóvenes me parece tremendo.
P. ¿Nadie puede resistirse a la moda?
R. Lo que ocurre es que todos tenemos nuestra moda que es el recuerdo de nuestros años más floridos, aquellos en que tuvimos más ímpetu. Es el momento que tienes que buscar pareja y la tienes que buscar en la calle y como el pavo real, sacas tus mejores plumas. Luego esa época pasa, pero el recuerdo queda en ti y se convierte en tu estilo.
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