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PROTECCIÓN RADIOLÓGICA

Los expertos advierten de que la generalización de la radiología obliga a extremar la seguridad

La lista de recomendaciones es larga e incluye una mayor formación de los profesionales, la creación de una tarjeta con la que efectuar un seguimiento riguroso de los enfermos sometidos a radioterapia, establecer un criterio armonizado de 'dosis razonables', profundizar la cooperación para compensar el desequilibrio tecnológico entre diferentes territorios y definir normas de calidad para impedir las presiones de las empresas dedicadas a la fabricación de equipos.

Las radiaciones están presentes en más procesos de los que los pacientes se imaginan: radiografías, tomografías, catéteres, mamografías, radioterapia y un sinfín de pruebas que ya forman parte de la rutina asistencial. Es más, la abundancia de técnicas radiológicas es un indicador de una medicina de calidad. Los países del Tercer Mundo son los que menos acceso tienen a estas técnicas. Madagascar, por ejemplo, cuenta con una bomba de cobalto para 12 millones de personas. Pero su generalización y la constante aparición de nuevo aparataje hacen necesario extremar las precauciones para dejar el mínimo resquicio a los errores. Ése fue el eje del debate de la I Conferencia Internacional sobre Protección Radiológica de los Pacientes, celebrada en Torremolinos (Málaga), que reunió a cerca de mil profesionales.

'El dilema es que hay que avanzar en el uso de la radicación, pero ese avance supone exponer más a la población. La solución consiste en encontrar un equilibrio que permita aprovechar los beneficios y descartar los riesgos', resumió Abel González, director de seguridad radiológica del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de Naciones Unidas, organizador de la conferencia. La opinión de los profesionales es unánime: la radiación proporciona más beneficio que daño. Pero pueden producirse fallos. Una radiografía mal tomada obliga a sacar una segunda placa y supone una exposición innecesaria. Un acelerador incorrectamente apuntado no sólo destruye el tumor sino tejidos sanos. Y un catéter en manos inexpertas puede causar quemaduras internas.

Criterios sober las dosis

La preocupación por extremar la protección entre los niños fue objeto de una sesión específica. Los expertos coincidieron en que en algunas situaciones se emplean con ellos las mismas técnicas que con los adultos, cuando 'una cuidadosa aplicación puede reducir las dosis pediátricas entre un 35% y un 75% sin afectar a la calidad de la imagen'.

Una de las recomendaciones de la conferencia es que se definan cuáles son las dosis razonables y que se vaya hacia una armonización de las mismas. Un modelo válido para la protección radiológica de los enfermos es la conseguida para los trabajadores por la Organización Internacional del Trabajo. 'La presión de los sindicatos ha logrado que esté bien regulada; hay que llevar este criterio al ámbito de los pacientes, donde ahora, los criterios sobre dosis son caóticos', admite González.

La formación profesional es otra de las preocupaciones. Mientras la tecnología camina a pasos agigantados, la enseñanza en las facultades de Medicina va a la zaga: 'Muchos procedimientos intervencionistas son desarrollados por médicos con poco entrenamiento o sin las suficientes precauciones de protección radiológica', apuntan las conclusiones. En las conclusiones se recomienda una formación continuada y mejor. Las conclusiones serán presentadas en la conferencia general del OIEA que se celebrará en septiembre en Viena (Austria). Se pretende que un grupo de expertos elabore un plan de acción internacional para avanzar hacia una protección coordinada de los pacientes.

La preocupación no es baladí. Cada año se realizan en el mundo 2.000 millones de exploraciones con rayos x, 32 millones de procedimientos de medicina nuclear y más de cinco millones de tratamientos terapéuticos con radiaciones. Pese a estas cifras, hasta que en 1994 el OIEA elaboró las primeras normas de protección a los pacientes no había ninguna regulación específica. El año pasado, la Unión Europea dictó dos directivas; una ha sido transcrita al ordenamiento español y la publicación de la otra es inminente.

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